Víctor Frankl solía decir que sólo hace falta tener una buena razón para vivir, que el cómo vendría por añadidura. Cristina Hoyos siempre tuvo el flamenco metido en las entrañas: «Si no hubiera sido bailaora hubiera sido bailarina». Baile, en definitiva, que la ha traído a esta vida a pisar y zapatear firmemente sobre el escenario. «Soy una luchadora desde los 12 años». Ni siquiera la enfermedad logró apartarla de su público, quizá por eso alguien le gritó eso de «¡superviviente!».
Aquejada de una perenne rebeldía que siempre ha sabido pintar en escena, se puede decir que en su desgarro hay un guiño a cada uno de los maestros con los que ha compartido tablas y ensayos: Farruco, Gades, Pastora Imperio, Manuela Vargas, Enrique El Cojo. De entre ellos asoma el eterno Gades, con el que compartió media vida de movimiento y expresiva pasión.
Su espectáculo Viaje al sur apenas permaneció unas semanas en la cartelera veraniega hace un par de años. Lo justo para comprobar que funcionaba bien. Entonces, sin embargo, Hoyos se quedó con ganas de tomarle el verdadero pulso al público flamenco de la capital. «En Madrid no nos pudieron ver todos los madrileños que queríamos».
Ahora regresa para ponerle el broche de oro a este festival Andalucía Flamenca que ha venido desarrollándose en las últimas semanas en la Gran Vía.
Dirigido en la escena por Ramón Oller, este Viaje al Sur es un recorrido sin argumento por las tres principales estaciones emocionales del flamenco: la alegría, la tragedia y la pasión. «Lo ideal es que cada espectador imagine y viva su propia historia».
Bailaora de férreas raíces, a la directora del Ballet Flamenco de Andalucía le gusta, sin embargo, colocarle a sus trabajos «notas contemporáneas que enriquecen muchísimo el espectáculo». En este caso eso se aprecia en el trabajo de Oller, en los contrastes escénicos y en la emoción que plasman los colores en cada una de las estaciones.
En la alegría resuena una claridad en la que hay ilusión: «Hay viaje y maletas sobre el escenario. Es un camino sembrado de olores, de colores, de luz. La forma misma en la que el flamenco expresa su gozo, por guajiras, por alegrías, por bulerías».
En el segundo estadio, la amargura tiñe el decorado de negro. Porque, como dice Hoyos, «la tragedia puede venir en cualquier momento. Es la muerte en todas sus variantes».
Desde ese fatídico momento quizá la pasión pueda sacudir el dolor y pintar la propia vida, como la escena, de un rojo intenso. «En el martinete o la toná se refugia el desconsuelo universal desde la forma de ser andaluza y flamenca».
Con música creada ad hoc por José Luis Rodríguez, muy poco o nada ha cambiado la función que llega ahora al Teatro Gran Vía de aquella que se representara en 2005. «Una vez estrenada se van haciendo pequeñas correcciones. Pero en lo esencial es exactamente igual», comentaba la flamenca. En aquella ocasión el teatro en el que se instalaba era más pequeño y hubo que adaptar el montaje. Ahora se ha respetado todo el decorado, mostrándolo tal y como el que se vio en Sevilla.
Un momento emotivo será, sin duda, aquel en el que la sevillana baile por bulerías el tema titulado Gracias a la vida: «Es mi manera de decirle lo que la disfruto gracias al baile».
El Ballet Flamenco prefirió traer a escena esta función, que «le ha dado al Ballet muchas satisfacciones», y no la de El Romancero Gitano, con dirección escénica de José Carlos Plaza, que estará en el festival de Lorca y Granada y vendrá a la capital más tarde.
Lleva tiempo diciendo que se aleja de los escenarios, pero seguramente aquellos que contratan los espectáculos «no la dejan». Esa frase de «voy a dejarlo poco a poco y a compás», se va retrasando. Aunque es cierto que la bailaora se ha sabido rodear de alumnos aventajados que pretenden hacérselo un poco más fácil, como el caso de El Junco, quien le acompaña en el escenario encarnando «uno de los valores masculinos más destacables». Junto al joven bailaor, con el que Hoyos forma pareja de baile, actúan otras seis parejas más
Por su parte, José Antonio Espejo, delegado de la Junta de Andalucía en Madrid, anunció que el próximo 5 de marzo se dedicará una función especial de este espectáculo de Cristina Hoyos -a la que definió como una «activista y una defensora del flamenco»- a toda la comunidad andaluza residente en Madrid, con motivo del Día de Andalucía, que se celebra el 28 de febrero.
Alguna vez dejó dicho que no le hubiera importado ser cantaora. Seguro que las voces flamencas hubieran ganado una extraordinaria amiga y las tablas hubieran sido conscientes de ese vacío.
Viaje al Sur,
en el Teatro Gran Vía (Gran Vía, 66), hasta el 4 de marzo.