Lo que ocurrió en julio de 1995 en una pequeña ciudad montañosa del este de Bosnia fue un genocidio. Pero el asesinato de hasta 8.000 bosnios musulmanes en Srebrenica por parte del Ejército serbobosnio no se le puede imputar al Estado de Serbia, según la Corte Internacional de Justicia, que dictó ayer sentencia en el primer caso de genocidio contra un país. El más alto tribunal de la ONU, establecido en 1946 en La Haya, considera que Serbia es culpable de no haber impedido la masacre, pero no hay pruebas para responsabilizarla, con lo que no es «apropiado» exigirle una compensación económica. Los bosnios aspiraban a indemnizaciones de miles de millones de euros que hubieran dejado en la bancarrota al Estado serbio.
«Serbia no ha cometido un genocidio a través de los órganos o las personas cuyos actos implican responsabilidad bajo la legislación internacional... Serbia no conspiró para la comisión del genocidio ni animó a su comisión», según la sentencia de la corte, que leyó su presidenta, Rosalyn Higgins, durante casi dos horas en el palacio del tribunal en Holanda, el país cuyas tropas se encargaban, bajo el mando de la ONU, de la seguridad de Srebrenica y huyeron, impotentes, durante el sitio.
El Gobierno de Slobodan Milosevic, que murió hace casi un año en una celda de La Haya, ayudó financieramente a los serbobosnios -agrupados en lo que hoy es la República Srpska, bajo la autoridad de la OTAN y la UE-, pero no existen pruebas de que organizara un exterminio étnico para crear la gran Serbia. «La decisión de matar a los varones musulmanes en Srebrenica fue tomada por algunos miembros del Ejército de los serbios de Bosnia, pero sin el control efectivo de la entonces República Federal Yugoslava», anunció Higgins.
La corte considera, además, que el asesinato de miles de musulmanes en Sarajevo y en varios campos de detención se puede considerar un crimen de guerra, pero no un genocidio, porque no se ha demostrado «el intento específico de destruir» a un grupo, lo que sí sucedió en Srebrenica. Ésta es la primera vez que el tribunal ha juzgado a un país con la Convención para la Prevención y el Castigo del Crimen del Genocidio de la ONU, firmada en 1948 por el trauma del Holocausto nazi.
Justicia universal
Bosnia llevaba 14 años esperando esta sentencia por crímenes que también están siendo juzgados en el Tribunal Penal Internacional para la Ex Yugoslavia (TPIY), la corte creada ad hoc por la ONU. La sentencia de ayer se queja de la falta de colaboración de Serbia para la captura del ex general Ratko Mladic, acusado en el TPIY de haber dirigido el genocidio de Srebrenica junto al líder serbobosnio Radovan Karadzic, también en paradero desconocido. Pese a la decepción de los líderes bosnios y de los familiares de las víctimas -una cincuentena se concentraban en La Haya-, los grupos de derechos civiles insisten en que el caso significa un empujón para la justicia universal. «Sabíamos que era muy difícil probar la intención de destruir un grupo por parte de un Estado, pero la sentencia es fundamental en cuanto establece que hubo un genocidio», explica a este diario Géraldine Mattioli, de Human Rights Watch. «Para el futuro de la región, si Serbia quiere convertirse en un país en pleno cumplimiento de los derechos humanos, se debe saber la verdad de qué pasó», dice.
Alemania, presidente de turno de la UE, pide a Belgrado que aproveche el veredicto «para distanciarse de los crímenes del régimen de Milosevic». El presidente serbio, Boris Tadic, un moderado europeísta que aún intenta formar nuevo Gobierno, comentó que la parte más difícil será asumir que su país «no hizo todo lo que pudo para prevenir el genocidio» e instó al Parlamento a que condene la masacre de Srebrenica para «abrir una nueva página en las relaciones entre Bosnia y Serbia» y conseguir la «confianza entre los ciudadanos de los dos Estados».Tadic no lo tendrá fácil en un hemiciclo donde el grupo con más escaños es el Partido Radical, que contará con el apoyo de los socialistas de Milosevic para negar que Srebrenica fuera una matanza premeditada. Pero el presidente serbio quiere hacer méritos ante la UE, que suspendió en mayo las negociaciones para el Acuerdo de Estabilización y Asociación con Belgrado (el primer paso para la adhesión) por no ayudar a detener a Mladic. Carla del Ponte, fiscal del Tribunal para la Ex Yugoslavia, asegura que Belgrado está permitiendo que lo protejan sus fieles en el Ejército.
Incluso sin Mladic en La Haya, la mayoría de los Veintisiete están dispuestos ahora a retomar la relación con Serbia, que perdió Montenegro el año pasado tras su declaración de independencia y que se enfrenta a la separación de Kosovo, que, previsiblemente, le impondrá la ONU en contra de su voluntad. Los serbios se quejan de ser vistos como los únicos culpables de las guerras balcánicas, o de que su país sólo sea mencionado en la prensa «en el contexto de crímenes de guerra y genocidio».
La UE planea extender otro año su mandato en Bosnia, cuyo final estaba previsto para junio, por el peligro de inestabilidad en la región, mientras prepara su gran despliegue en Kosovo. Javier Solana, jefe de Política Exterior de la Unión y secretario general de la OTAN durante el bombardeo contra Milosevic, defiende tender una mano a Serbia. «Lo que apreciamos mucho es que no haya una sanción colectiva», dijo Solana.
PRONUNCIAMIENTOS DE LA CORTE
La masacre de Srebrenica, donde fueron asesinados entre 7.000 y 8.000 bosnios musulmanes, se considera oficialmente un genocidio.
El Gobierno de Serbia no cometió un genocidio, no conspiró para cometerlo, no lo incitó y tampoco fue cómplice.
El Ejecutivo de Belgrado violó sus obligaciones al no impedir la matanza, según la Convención de la ONU para la Prevención y el Castigo del Crimen del Genocidio.
El Gobierno serbio no ha cooperado con el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia para arrestar al ex general Ratko Mladic.