Seguramente
en las próximas semanas Zapatero tendrá el impulso de viajar a Francia para apoyar
a la candidata socialista a la Presidencia, Ségolène Royal. Nosotros le recomendamos
que, antes de ceder a tan comprensible tentación, lea atentamente la entrevista
que hoy publicamos con su adversario del centro-derecha, Nicolás Sarkozy. Así,
vaya o no vaya, el presidente del Gobierno español podrá darse cuenta de que en
política la afiliación partidista no lo es todo y que a nuestro país le conviene
más que gane Sarko. En primer lugar, porque sería probablemente el presidente
galo que más lazos mantenga con España en la Historia de la República, tanto por
su esposa Cecilia -bisnieta de Isaac Albéniz-, como por sus simpatías políticas,
tal y como ha demostrado durante sus mandatos como ministro del Interior. Cierto
es que Sarkozy también ha expresado sin ambages sus preferencias por el PP. Muchos
todavía le recordarán cuando hace un año, en la convención popular, clamó que
creía «en la victoria de Mariano» y le dijo a Aznar que estaba «orgulloso» de
ser su amigo. Pero si algo ha demostrado también el candidato de la UMP es su
pragmatismo y su, nunca mejor aplicado el término, savoir faire con los gobernantes
que no pertenecen a su espectro ideológico. Lo ha hecho al empezar su campaña
visitando al primer ministro británico Tony Blair y lo vuelve a hacer ahora con
su viaje a España para entrevistarse con Zapatero. De hecho, y que Rajoy preste
especial atención a esto, Sarkozy ha convertido su candidatura en un ejercicio
aglutinador de todos los franceses, yendo, como hoy explica en EL MUNDO, «más
allá de su familia política». Con todo, si a España, y por tanto a Zapatero
y a quien gobierne a partir de 2008, le conviene que Francia esté presidida por
Sarkozy, es porque es un líder que no sólo ha demostrado su disposición a colaborar
en la lucha contra el terrorismo de ETA, sino que tiene las ideas muy claras respecto
a cómo hacerlo. Como señala en nuestras páginas, el atentado de la T-4 prueba
que ETA no es un «interlocutor fiable» y su afirmación de que eso no interrumpe
el alto el fuego es «indecente». Para Sarkozy, el diálogo con terroristas tiene
un claro límite, y es que no se puede «trocar tranquilidad por impunidad o seguridad
por justicia». Un principio que cualquier proceso de paz debería respetar sin
matices. Sarkozy manifiesta su intención de «profundizar» en las relaciones
entre Francia y España, propone que ambos países estén en la «vanguardia de la
construcción europea» con un tratado mucho más realista que la Constitución de
Giscard y adelanta una idea novedosa: la creación de una Unión Mediterránea. Propugna
también que la UE se dote «de una verdadera política europea de inmigración» que
sería de importancia clave para un país de entrada como el nuestro, además de
impedir regularizaciones unilaterales como la que en su día enfrentó al jefe del
Ejecutivo español con el ministro galo. A medida que se aproximan nuestras
propias citas electorales, tanto el PSOE como el PP se afanarán en disputarse
el electorado de centro. Bien harán ambos partidos en escuchar atentamente la
voz de un candidato cuya apuesta es «una Francia que recupere el significado del
esfuerzo, el mérito y la responsabilidad». Sarkozy es el mejor candidato que tiene
ahora mismo el país vecino... y también el nuestro. |