RAUL DEL POZO
La Guerra de Afganistán estalló el día 7 de octubre de 2001 a las 18.30 horas, antes de que el anterior Gobierno nos alistara en la del Irak. Los que aplastaron los aviones norteamericanos en las galerías subterráneas de Tora Bora sobrevivieron con la protección de Alá, y Bin Laden sigue tirando gobiernos, como hemos visto esta semana en Italia. La primera línea de fuego está en el corazón de las ciudades. Los que luchan a favor de Dios son los más violentos; derrotaron al Ejército soviético y se escondieron en las toperas cuando llegaron los yankees; no sólo no han sido vencidos, sino que han jurado desde los escondrijos que éste será el año mortífero para los soldados extranjeros.
El ministro de Defensa pidió 130 soldados más; Zapatero dijo que no se incrementaría la presencia militar. La bandera del repliegue sólo la iza Llamazares, que pide sacar a los 690 soldados de la Base de Herat, donde asesinaron a la soldado Idoia Rodríguez. Se acercan elecciones y Zapatero quiere mantener su pacifismo, imagen de marca. Mientras, los políticos siguen tocando los cojones con las medallitas. Aznar impidió que les dieran la Cruz con distintivo rojo a los agentes del CNI muertos en Irak, porque esa medalla es sólo para acciones de combate; quería hacernos creer que estábamos allí escardando cebollino; llegó Bono y sacó del baúl la roja para probar que habían muerto en la guerra. Ahora el PP suministra la misma cicuta a los socialistas, diciendo que la medalla a la soldado Idoia debiera ser roja y no amarilla (la de sufrimientos por la patria), porque murió en combate.
Mientras los partidos juegan a los chinos con las medallas en este debate numismático, la inteligencia militar analiza la guerra desde otros supuestos: hay que aumentar las tropas o retirarse. «Eso no se decide en 10 días. Si hay riesgo inminente, habrá que aumentar pronto la presencia o pensar en otra alternativa», me dice Félix Sanz, jefe del Estado Mayor de la Defensa, que tiene la cabeza en su sitio.
¿Seguimos en la Alianza de Civilizaciones o en la defensa de Occidente? Los milicos de la OTAN que estuvieron en Sevilla se fueron encabronados porque querían más soldados españoles, e incluso estaban dispuestos a dar a España el mando de la misión. Esos militares no entienden que ahora que nuestro país había renunciado a su aislamiento y neutralidad y se ha alistado a los ejércitos de las democracias, se quede en un lugar de descanso. Digan lo que digan, estamos alistados en las tropas imperiales desde que entramos en la OTAN y desde la primera Guerra del Golfo, cuando silbaban los Scud. Cuando mandan los socialistas, emplean toda clase de eufemismos para ocultárnoslo. Van terminar como Falstaff cuando le encargan de avituallar ejércitos y reclutar soldados y descubre que sólo encuentra en la Corte a quienes les gustaba tanto escuchar al diablo como un tambor, y tiemblan ante la detonación de un mosquete.
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