La empresa Balañá, propietaria de la plaza de toros Monumental de Barcelona, se desvincula de la gestión taurina y la cede a la familia Matilla, que se hará cargo de esta temporada y que garantiza la continuidad de las corridas más allá de 2008.Con tal decisión se pone punto final a unos meses de especulaciones de toda índole y se asegura -decisiones políticas al margen- el futuro de la Fiesta en la Ciudad Condal.
Desde que el pasado mes de diciembre salieran a luz las intenciones del concejal de ERC Jordi Portabella de llevar el mercado dels Encants a los terrenos que ocupa el histórico coso taurino, han sido muchas las declaraciones, conjeturas y tomas de posición de todo signo, mientras que la familia Balañá mantenía un estruendoso silencio, apenas roto con tibias palabras de personas interpuestas.
En una extraña coincidencia, el mismo día que se conocía la decisión de ERC de volver a retomar su propuesta parlamentaria para acabar con las corridas de toros, bajo el eufemismo de convertirlas en corridas a la portuguesa sin sufrimiento del animal, Balañá deja de ser empresario taurino de Barcelona poniendo fin a una historia que se remonta a 70 años y tres generaciones.
A partir de ahora, y desde el próximo mes de abril en que comience la temporada en Barcelona, será la familia Matilla quien llevará las riendas del negocio taurino en la ciudad. Son los Matilla, con Teodoro, el padre, a la cabeza, y su hijo Toño, como apoderado de diferentes toreros, gente vinculada al mundo del toro desde hace ya cierto tiempo y que, siempre cercanos a la casa Balañá, han venido desarrollando su labor ya sea como empresarios y apoderados, así como en las tareas de elegir las ganaderías a lidiar en sus cosos.
Su llegada a la plaza de Barcelona supone la desaparición de otro empresario, Manolo Martín, que en los últimos años había montado prácticamente la mitad de la temporada barcelonesa, al cederle Balañá las fechas de menor rentabilidad, circunstancia que se paliaba con prácticas empresariales que desmerecían la seriedad del histórico recinto.
A falta de una primera declaración de la nueva empresa Matilla, no es aventurado suponer que la estructura de la temporada en Barcelona cambiará sustancialmente, con una reducción de festejos y primando la calidad sobre la cantidad, aún cuando ello pudiera suponer la pérdida de la consideración de plaza de temporada, mantenida hasta ahora artificialmente.
Con la desvinculación de Balañá de la gestión de la Monumental desaparece quien ha controlado el negocio taurino en una de las plazas más importantes del planeta de los toros y que a mediados del pasado siglo era la que más festejos daba, en temporadas que se prolongaban de febrero a octubre e incluso noviembre.
Pero los últimos años están siendo, duros para la fiesta de los toros en Cataluña. El cambio de hábitos sociales, la presión política, el silencio mediático, unidos a una gestión empresarial errática, cuando no equivocada, han propiciado el actual estado de cosas, en el que, con unos tendidos semivacíos la mayoría de tardes, los toros en Barcelona no son negocio.
Ahora sólo queda esperar. Esperar con ardiente impaciencia que la razón se imponga, los políticos hagan eso, política y no intervencionismo, y la flamante empresa de la Monumental sepa conducir una gestión que devuelva a Barcelona un esplendor taurino que nunca debió malbaratarse. Esa sería la mejor defensa de una Fiesta atacada.