JAVIER GARCIA SANCHEZ
Uno de los mayorse azotes que debemos sufrir en nuestra sociedad mediática es el de los tertulianos, que en prensa quedan vagamente difuminados en ese magma neutro de los artículos, pero que en radio y sobre todo en televisión alcanzan cotas en las que el bochorno e indignación van parejos. Es una especie periodística que un servidor creía a punto de extinguirse, dada la pertinaz estupidez de su propio ser, pero no, antes se extinguirá un servidor que tamaña ralea de arribistas deslenguados, así están las cosas.
Ellos y ellas poseen el don de la ubicuidad y de la omniscencia.Saben de todo y de todo opinan con énfasis rayano en lo violento.Supieron trepar hasta su palestra y allí se atrincheran con audacia, hasta que alguien considere que están ya «muy vistos u oídos».Aunque no creo que se pase de ser tertuliano famosillo a verse abocado a martirizar a la parienta con tus pláticas en la cocina.Se reubicarán, seguro. ¿Qué hay que opinar acerca de lencería o de la gripe aviaria?... allá que peroran ellos. ¿Sobre los Oscar o política internacional?... también. ¿Sobre los últimos avances en biogenética o las trifulcas de ciertas bandas juveniles en los suburbios de grandes ciudades?... su dictamen sonará a cátedra. Son antropófagos parlantes de la vacuidad.
El otro día vi una entrevista a José María García, a quien le ha venido de perlas la «censura» de TVE. El ínclito Butanito fustigaba a los tertulianos, pero avisaba -ojito- que le gustaría hacer un gran programa de tele con sus tertulianos, que por supuesto serán los mejores, auténticos especialistas en sus respectivas materias. Naturalmente, él coordinará todo con su proverbial mano dura, etc. Vergüenza al cubo.
¿Quién iba a decirle a un señor llamado Quinto Septimio Tertuliano, nacido en el siglo II en Cartago, que su nombre iba a ser vejado de tal modo por toda esa escoria cacareante que hace gala de un criterio fiscal ante absolutamente cuanto se les ponga por delante? El susodicho fue hijo de un centurión, estudió juridisprudencia y griego, se ordenó sacerdote y defendió a los cristianos en tiempos difíciles para aquellos. Autor de innumerables obras que abordaban distintos aspectos de la fe, Tertuliano opinó con tino, aunque desde su punto de vista moral e ideológico. Para entendernos: cuantos no opinaban como él estaban equivocados o eran herejes. El asunto, pues, viene de antiguo. Aquí y ahora la trampa parece mejor montada, ya que para mucha gente hay tertulianos «cutres» y otros «serios». No sé qué decirles, la verdad . Lo que sí sé es que un servidor también se vió atrapado en ese mundo, y salí de allí por patas. La tertulia la dirigía un pedazo preboste radiofónico. En la recalcitrante Cuba se había ejecutado a un par o tres de espías. En la misma jornada las tropas norteamericanas liquidaron en torno a cinco mil iraquíes y yo mantuve que lo que había que denuciar era eso y no lo otro. Nada que hacer: tocaba escupir e insultar a Fidel. Me negué. Fui mitad fulminado, mitad autoexcluído de la citada tertulia. Así nos manipulan, créanlo.
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