Miércoles, 28 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6282.
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ESPACIO / La Humanidad ha enviado al exterior 5.500 artefactos desde 1957 y existe el riesgo de que sus restos dañen la Estación Espacial / Se calcula que hay 26.000 objetos provenientes de satélites, naves y herramientas
La ESA eleva hasta el 60% el peligro de colisión de la ISS con basura espacial
Las explosiones de un cohete ruso y un satélite chino han inundado el espacio de 'chatarra'
OLALLA CERNUDA

MADRID.- Desde que en 1957 la agencia espacial rusa lanzara el Sputnik 1, la Humanidad ha enviado al espacio unos 5.500 artefactos en 4.200 lanzamientos diferentes, con mejor o peor suerte. Muchos volvieron sin problemas a la Tierra, otros prosiguen su viaje por las estrellas, pero algunos estallaron en el espacio, o han ido perdiendo piezas con el tiempo. Estos pequeños fragmentos, que vuelan sin control, suponen el mayor riesgo hoy en día para las naves tripuladas. Y de momento, no hay remedio para luchar contra estos pequeños misiles.

La situación se ha vuelto sumamente inquietante en las últimas semanas por culpa de dos accidentes: el estallido en órbita de dos artefactos -uno chino, otro ruso- que podrían sumar unos 2.000 fragmentos de tamaño grande a la basura ya existente ahí fuera. Según las estimaciones de los científicos de la Agencia Espacial Europea, tras ambos estallidos las posibilidades de colisión de algún objeto con la Estación Espacial Internacional se han elevado hasta el 60%.

La explosión más reciente sucedió el pasado 19 de febrero, cuando explotó en el espacio una sección de un cohete Proton ruso que había sido lanzado desde el cosmódromo de Baikonur un año antes, y que debía haber puesto en órbita el satélite Arabsat4. Una semana después de la desintegración, los expertos de la Red de Vigilancia Espacial de EEUU han identificado al menos 1.111 fragmentos provenientes del cohete ruso, y el número podría aumentar, ya que algunos de ellos, de mayor tamaño, se pueden descomponer en trozos más pequeños.

Por si eso fuera poco, a estas cifras hay que sumar los 817 pedazos de basura espacial que ya se han detectado procedentes de la destrucción de un satélite chino en una prueba antimisiles efectuada a finales del mes de enero.

Tratar de hacer balance con estos objetos es difícil, porque la lista la forman no sólo fragmentos de satélites, naves y cohetes, sino tornillos, herramientas, bolsas de plástico y hasta discos compactos que en un momento determinado se escaparon de las manos de algún astronauta, y que desde entonces flotan en el espacio. Los últimos estudios de la NASA y la ESA, realizados antes de las recientes explosiones, cifraba en 26.000 los objetos observables, es decir, que miden más de 10 centímetros y pueden ser captados por radares. De ellos, 8.700 están en órbita.

«Se trata de una situación preocupante porque incluso los fragmentos más pequeños pueden causar daños muy graves, e incluso catastróficos, a las naves espaciales», señaló a EL MUNDO Miguel Sierra, astrónomo del Instituto Astrofísico de Canarias, que mantiene un programa de la ESA para catalogar este tipo de objetos. «De momento, hemos encontrado unos 3.000 objetos grandes, de más de 20 centímetros, pero seguimos buscando», remarcó.

Los objetos más peligrosos son los pequeños, de menos de un centímetro, puesto que no son observables por los radares y pueden ocasionar graves daños a una nave espacial. Los expertos han calculado que un satélite con una superficie transversal de 100 metros cuadrados (incluidos los paneles solares) que orbita a 400 kilómetros de altitud, recibiría un impacto con un objeto de 10 centímetros cada 15.000 años. Pero el problema, precisan, es que si se toma en cuenta la superficie de todos los satélites en órbita, los alcances se producen cada 10 años.

Una estadística especialmente desfavorable si, como en los dos últimos casos, los fragmentos están aproximadamente en la misma órbita de la ISS. Cada uno de ellos ha aumentado en un 10% las probabilidades de colisión de la ISS con un objeto, por lo que las agencias espaciales deberán ahora extremar el seguimiento de estos objetos.

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