TERESA CRUZ. Corresponsal
LAS PALMAS.-
El Auditorio Alfredo Kraus de Las Palmas de Gran Canaria ha pasado dos noches (la de ayer y la del lunes) de euforia gracias a la Filarmónica de Berlín, dirigida por Sir Simon Rattle, que ya debutó en la capital grancanaria en 1972. La proeza se repetirá mañana y el viernes en la capital tinerfeña, con dos conciertos que pondrán punto y final a la XXIII edición del Festival de Música de Canarias.
El primero de los conciertos se abrió con la Sinfonía nº7 de Antonin Dvorák, que pese a no alcanzar la popularidad de la Sinfonía del Nuevo Mundo, es una de las obras más maduras y profundas en la serie sinfónica de su autor. En la segunda parte, se pudo escuchar, por fin, el estreno de Thomas Adès y la Sinfonietta de Leos Janácek; una pieza que transmite una frescura impropia de un hombre de 72 años y que ya es considerada la composición más popular del autor checo. «A Las Palmas podemos traer cualquier pieza, pero hemos querido brindar al público, al ser éste un festival innovador, una pieza que le viene como anillo al dedo», declaró el lunes el director de la que es considerada la mejor orquesta del mundo.
Público «conocedor»
Para la noche de ayer, Rattle y la Filarmónica de Berlín interpretaron la Sinfonía nº2 Resurrección de Gustav Mahler. Para la ocasión se contó con la presencia de la soprano Soile Isokoski, la mezzosoprano Bernarda Fink y el Orfeón Donostiarra.
Para el director inglés ha sido todo un honor reencontrarse con un público «conocedor del arte», como el de Las Palmas. Cuenta Sir Simon que la Berliner empezó siendo como «una democracia, donde cada músico es como un animal rabioso que tiene que expresar su arte a su manera en el seno de una misma familia». Y la fórmula funciona. «Escogemos a personas que, en principio, no encajan; de ahí el éxito», dice Rattle. «No creo que la Berliner tenga otro secreto que ése; aunque si tuviera otro, como las grandes recetas, no lo desvelaría. Cada uno de los músicos, con su personalidad, influye en el resultado final», concluye.
De forma excepcional, la Filarmónica de Berlín ofreció ayer por la mañana un ensayo para estudiantes de las islas. Un privilegio que fue compartido por más de 1.000 alumnos de educación secundaria. Se trata de una iniciativa que conecta directamente con las inquietudes divulgadoras de Sir Simon Rattle, quien desde su puesto al frente de la Filarmónica de Berlín, ha insistido en abrir las puertas de la casa con un programa educativo y con actividades paralelas que acercan la música clásica a un público más amplio y más joven.
El director inglés insiste en que «es necesario compartir la música con todo el mundo, especialmente con los jóvenes». En este sentido, señala que «todos necesitamos el arte; no es exclusivo de las clases pudientes. Igual que necesitamos el aire para respirar, necesitamos la pintura, la música clásica o cualquier expresión artística en general».
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