Aunque los seudónimos con que se presentaron sugerían que se trataba de hombres, la ganadora y la finalista del Premio Primavera de novela, fallado ayer, fueron mujeres: Nativel Preciado y Care Santos. La primera, que se presentó como Lucas Palacio, ganó con la novela Camino de hierro. Y Marcelo Salvá, que resultó ser Care Santos, quedó finalista con La muerte de Venus.
Dos novelas muy distintas que dan idea de la pluralidad que caracteriza a la actual narrativa española. La primera es una novela realista que indaga en la memoria de la Guerra Civil. La segunda, una mezcla de novela fantástica e histórica.
En Camino de hierro, según la nota facilitada por la editorial, una mujer madura que acaba de sufrir la ruptura de su matrimonio viaja a la tierra de su infancia (León) para rastrear la memoria de su abuelo, asesinado al término de la Guerra Civil. En León, la protagonista se reencontrará con su propio pasado y con el de su familia, que refleja los destrozos provocados por una guerra fratricida.
«El hilo de la novela es la superación de un dolor profundo por el que todo el mundo acaba pasando cuando pierde a alguien y que todo el mundo piensa que sufre de una manera única», explica Preciado a EL MUNDO. «Después, a través del sufrimiento colectivo, el personaje descubre la forma de superar el dolor... Y la Guerra Civil no es el eje central, no hay que asustarse».
La muerte y la memoria son, por tanto, los temas esenciales de una novela que pretende destacar la capacidad de los seres humanos para sobreponerse a las desgracias y enfrentarse al conocimiento de sí mismos. Nativel Preciado fue finalista del premio Planeta en 1999 con El egoísta y posteriormente publicó Bodas de plata.
«Nunca antes había escrito una novela como ésta, tan íntima y tan pegada a lo personal y no creo que la vuelva a escribir nunca», asegura Preciado, que recuerda que el origen de Camino de hierro está en la prehistoria de su tardía carrera narrativa. «Ésta era la novela que siempre quise escribir. Me embarqué en ella en 1997 pero no fui capaz de concluirla. Sólo pude rescatarla parcialmente en un relato corto. Hace año y medio me propuse retomarla y aquí está el resultado»
Por su parte, La muerte de Venus es, según su autora, una novela de fantasmas en la estela de M. R. James (el erudito británico al que Lovecraft situaba en el polo opuesto de Lord Dunsany). Si a James le gustaba situar sus historias en un marco familiar para el lector, Care Santos ha hecho lo propio situando la suya en la actualidad. Pero en la casa a la que llegan los protagonistas hay un misterio que los retrotrae al siglo I a. de C.
La autora se resiste a dar más datos de una novela en la que la intriga es básica. Habla, eso sí, de que «la literatura española está enferma de realismo», mal del que ella ha querido huir practicando ese peculiar cruce de géneros. A Care Santos le alegra especialmente el reconocimiento del Premio Primavera «porque es un modo de salir de la posible etiqueta de autora de literatura para jóvenes», terreno en el que viene destacando y en el que ha ganado varios premios.
En todo caso, Santos piensa seguir cultivando esa narrativa para jóvenes que a ella le parece tan exigente como la otra. «No hay que cambiar nada ni hacer ninguna concesión de estilo. Mis lectores son de 14 años para arriba, y a esa edad leen lo mismo que cualquier adulto».
El jurado estuvo presidido por Ana María Matute, y compuesto por Antonio Soler, Angel Basanta, Ramón Pernas, Pilar Cortés y Miryam Galaz, como secretaria sin voto. El Premio Primavera tiene una dotación de 200.000 euros para la novela ganadora y de 30.000 para la finalista. En esta 11ª edición se presentaron 354 originales. Los anteriores ganadores del Premio Primavera han sido Rosa Montero, Manuel de Lope, Antonio Soler, Ignacio Padilla, Lucía Etxebarria, Juan José Millás, Juan Manuel de Prada, Lorenzo Silva, José Ovejero y Fernando Schwartz.