«Se trata de una decisión consensuada. Hizo un esfuerzo notable para jugar y está muy cansado», argumentó Rijkaard. Pero al instante, el holandés, de forma atropellada, espantó suspicacias: «Es una lástima. He estado buscando la forma de que viniera, pero... esto es lo que hay. Sigue entrenando bien, pero no puede jugar».

El Barcelona deberá afrontar su primer match ball sin su principal referente ofensivo. No es casualidad que con el regreso de Eto'o el equipo azulgrana marcara tres goles que podrían haber sido seis, cuando partidos atrás era una agonía convertir uno solo. La presencia del camerunés abre un universo de posibilidades para el preciosista juego del Barça, y así lo reconoció Rijkaard: «Sus características ayudan mucho al equipo. El Barça maneja muy bien la pelota, pero a veces falta concluir, encontrar la profundidad. Esto provoca preocupación en el oponente y eso es lo que consigue Samuel, aparte de que es un gran jugador».

Pero el africano no sólo destaca por su juego. Ayer volvió a dejar muestras de su fuerte carácter en el Miniestadi. Al no poder acceder con su vehículo para ver jugar a su hermano Etienne en la Meridian Cup de juveniles (la UEFA lo prohíbe al estar disputándose el torneo), intentó forzar su entrada, llegando a rayar su coche. Incluso se encaró con un cámara.

En Zaragoza están encantados con su baja. A los locales les será mucho más fácil aplicar su receta de hormigón en defensa y salida eléctrica a la contra. Gudjohnsen y Saviola son mucho más controlables que el camerunés. Quizá en parte por ello, Rijkaard se puso la piel de cordero. «No tenemos nada que perder. Debemos dejar una buena imagen y jugar como siempre. Ellos sí tienen algo que perder, porque su afición siente que casi están clasificados, pero no les será fácil aguantar la presión». Las estadísticas respaldan su victimismo: el Barça nunca ha remontado en la vuelta una eliminatoria copera.