PABLO DE LA CALLE
MADRID.-
Rubén Plaza se entrena como un autómata, como si todavía fuera un ciclista profesional, pero lo cierto es que forma parte de la amplia nómina de ilustres corredores ingresados en las listas de las oficinas de desempleo debido a la operación Puerto. Jamás ha dado positivo, pero nadie se atreve a contratarle porque su nombre figura en el sumario judicial abierto para investigar las actividades de Eufemiano Fuentes.
A sus 26 años, el que fuera considerado uno de los rodadores más prometedores -cuarto en el Mundial de contrarreloj de 2005, subcampeón de España en 2006- ha perdido la ilusión por un deporte donde destacó por su talento y precocidad. Fue campeón de España juvenil de fondo en 1997, y de contrarreloj y persecución 1998. José Miguel Echavarri, que le otorgó la alternativa en el Banesto (2001), atisbó en él a un posible heredero de Miguel Indurain.
Ahora, el joven ciclista, en sus desesperados lunes al sol, se agobia aguardando una llamada que le devuelva a la élite. «Todos los días me entreno para estar en forma y responder adecuadamente en el caso de que alguien quisiera ficharme, pero creo que pronto se me agotará la paciencia, porque ya no veo futuro con la bicicleta», señala el corredor de Ibi, que hoy celebra su cumpleaños, aunque en realidad nació un 29 de febrero (1980).
Plaza, estrella del Comunidad Valenciana, es uno de esos 17 corredores que deben aprender a sobrevivir con los 1.000 euros que le corresponden de paro. En su misma situación se encuentran, entre otros, los hermanos Unai y Aitor Osa, Javier Pascual Rodríguez o David Etxebarría, que todas las mañanas siguen saliendo a la carretera a pesar de no haber encontrado equipo para la ya iniciada temporada. Otros, como Jan Ullrich o Javier Pascual Llorente, hastiados por el clima de permanente sospecha y hostilidad que rodea al ciclismo, han decidido presentar la retirada prematura. En los próximos días, los veteranos Angel Edo o Joseba Beloki también podrían sellar su trayectoria profesional. Ellos también han perdido la esperanza y ya no están dispuestos a firmar contratos por el salario mínimo acordado en el sector del ciclismo, 27.000 euros, que sí han aceptado la mayoría de los 24 afectados por la operación Puerto que han cambiado de equipo. Adiós, a la bonanza. Bienvenida, la época de precaridad, donde algunos corren por poco más del doble del subsidio del INEM.
Respeto.
Aunque Rubén Plaza suma siete años menos que Ullrich, también parece dispuesto a finiquitar su carrera. «Respeto lo que hacen otros, pero yo, por dignidad, no voy a fichar por un equipo por una misera. Si veo que nadie me quiere me marcho y me dedico a otra cosa. En los años que he estado arriba he podido ahorrar algo y, con la cantidad que me pueda corresponder por despido improcedente, podría montar un pequeño gimnasio. Esto lo tenía planificado para cuando me retirase, pero ahora es posible que me vea obligado a adelantar los planes de futuro», señala el rodador, que antes de publicarse los nombres afectados por la operación Puerto mantuvo varios contactos infructuosos con los responsables del equipo Illes Balears.
El joven contrarrelojista y algunos de sus colegas persiguen una indemnización por despido, ya que consideran que les ampara el convenio colectivo, que establece que si un corredor permanece tres meses sin correr se le debe renovar su relación contractual. Algo a lo que se oponen los empleadores. «¿Pero cómo vamos a renovar el contrato si el equipo ha dejado de existir? La cesión de actividad se ha producido por causas objetivas y ajenas al propio equipo», apunta un alto y desanimado responsable de un grupo deportivo.
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