RAUL REY SAINZ DE ROZAS
Un recorte de casi el 10% de la Bolsa china puede parecer excesivo pero, bien analizado, no lo es. La economía del dragón asiático es, al día de hoy, una de las más fuertes y potencialmente solventes del globo. En los últimos años, su PIB ha crecido de forma acelerada y sostenida en elevados porcentajes, lo que la ha situado entre las grandes potencias mundiales. Ello tiene una explicación: el progresivo consumo interno -consumo gigante por otra parte-. La inversión y el comercio exterior han sido factores que han actuado como un repentino motor de explosión. Además, el auge en el sector servicios y el desarrollo tecnológico, vienen a sumarse al cúmulo de causas que explican por sí mismas esta abrumadora eclosión.
Junto a todos estos fundamentales macroeconómicos que se presentan sobradamente consolidados, sus principales valores cotizados se encuentran en una espiral expansiva con un previsible recorrido hacia delante. El pasado año y el anterior -sobre todo en 2006-, la Bolsa china fue deslumbrante en cuanto a la rentabilidad que ofreció. A partir de ahí, cuando un mercado comienza a cobrar una relevancia de primer orden, la especulación comienza a desaparecer y el posicionamiento en él es más racional. Que el mercado del gigante asiático haya sufrido un serio recorte debe interpretarse como un intento de situarse en su valor real. Un valor a partir del cual debe crecer de manera coherente y apoyada en una expectativa en el medio y largo plazo, que llegue a situarla en niveles de paridad con el resto de los principales mercados del mundo.
Raúl Rey Sainz de Rozas es consultor financiero.
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