ANGELES ESCRIVA
MADRID.-
Nicolás Sarkozy desplegó ayer sus efectivas habilidades tácticas en su doble versión de candidato conservador a la presidencia francesa y ministro del Interior, aunque sobre todo e indisimuladamente, ejerció de la primera condición en su apretadísima visita a nuestro país.
Su primera parada fue en el Palacio de la Moncloa, invitado a almorzar por el presidente Rodríguez Zapatero, consciente éste, según aseguraron fuentes de Presidencia de que, si Sarkozy gana en los próximos comicios galos, se va a convertir en «uno de los personajes más importantes en Europa». El candidato conservador devolvió la cortesía asegurando que «España es un país que cuenta en la Unión», una frase que le sirvió para explicar las razones por las que había aceptado el encuentro en plena campaña electoral.
Según las fuentes consultadas, el presidente del Gobierno mostró -en un encuentro que resultó «amistoso y cordial»- un especial interés por escuchar la propuesta de Sarkozy sobre un tratado constitucional «simplificado» para Europa cuyo objetivo es sacar a la UE del bloqueo en el que se encuentra. El propio candidato recordó que mientras los españoles votaron a favor de la Carta Magna, los franceses lo hicieron en contra y propuso rescatar aquellos puntos que no suscitaron oposición, -como la elección de un presidente de la Unión-, de modo que se respete la voluntad de los franceses.
Sarkozy aseguró que Rodríguez Zapatero se había mostrado «abierto a su propuesta». Despertó también el interés del presidente la idea de la unión mediterránea que el candidato galo viene impulsando con especial entusiasmo. El político francés no dejó pasar la oportunidad de alabar reiteradamente a España considerándola «una gran potencia» e insistió en que, «si el Mediterráneo se une como se unió hace 60 años, la inmigración -uno de los asuntos que traía en la agenda- se gestionará de manera concertada y más eficaz», pero ninguna de las partes entró en mayores concreciones.
Sarkozy sostiene que ha de ser esta perspectiva mediterránea la que pese en las relaciones con Turquía, que ha de haber un sistema de seguridad colectivo que permita garantizar la paz del conflicto palestino-israelí y que debe haber una política común de energía o de turismo, pero no trascendió si el presidente dio respuesta a sus planteamientos con los que no siempre está de acuerdo. Del mismo modo que, aparte de las ya habituales confirmaciones de colaboración en materia de terrorismo, no se supo mucho más sobre si ambos políticos ahondaron en su perspectiva, evidentemente distinta, en relación con la lucha contra ETA.
Sarkozy se ajustó de nuevo su traje de candidato presidencial para reunirse con Mariano Rajoy a quien aseguró que va a ganar las elecciones y que, además, su partido, la UMP, va a respaldar al PP en las próximas municipales en las que los ciudadanos franceses residentes en nuestro país pueden votar -un apoyo nada desdeñable si nos atenemos al éxito del mitin convocado ayer-. Y mostró al presidente del PP, en un prolongado encuentro, su preocupación en asuntos como la situación en Afganistán o Irán.
Moncloa, reunión con el ministro del Interior, visita al Bosque de los Ausentes, encuentro con Rajoy y, previamente, un receso privado para tomar energía antes del mitin. Tres autobuses de prensa francesa con prioridad para entrar en los recintos le seguían a todas partes mientras él decidía sobre la marcha si suspendía alguna rueda de prensa o cambiaba de planes. El candidato desplegó ayer carisma y ademanes presidenciales galos, sin duda.
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