En Hechos de nubes, que así se titula el álbum (imagen extraída de la canción A cántaros, quizá el himno más celebrado del músico y poeta extremeño), se reúnen al calor del mismo fuego 15 nombres propios de ésos que consideran a Guerrero como uno de los suyos, emblema de «la palabra, la poesía y el compromiso», como señaló el propio Serrano en la presentación del compacto en la sede de la Sociedad General de Autores. Luis Eduardo Aute, Joan Manuel Serrat, Víctor Manuel, José Antonio Labordeta, Javier Bergia, Luis Pastor, Javier Ruibal, Pedro Guerra, Javier Alvarez, Quique González, Luz Casal y las formaciones La cabra mecánica, Suburbano y Acetre completan la nómina de participantes.

Unos y otros, cada cual con su timbre (rock rollingstoniano por aquí, ecos folkies por allá...), derraman una mirada heterogénea y siempre palpitante sobre las composiciones señeras de Guerrero. Cada uno de los discos está presente en el tributo con al menos, un título, lo que en palabras de Serrano «habla de la continuidad y de la originalidad de la obra de Guerrero». El promotor de la idea, productor del trabajo y rostro visible del nuevo sello discográfico Pequod (Hechos de nubes es su primer lanzamiento) reveló que tenía «una deuda pendiente» con quien, admite, es su maestro. «Aprendí a tocar la guitarra y a componer con sus canciones. Además, cuando era pequeño le escuchaba siempre al salir de vacaciones con mi familia».

Después, turno para más piropos: Javier Alvarez quiso subrayar la «hondura poética» de los textos del barbudo bardo nacido en Esparragosa de Lares pero asimilado en Madrid, responsable de alguna velada gloriosa en el Olympia parisino; Labordeta afiló su sentido del humor y sacó punta a la afinidad generacional, mientras que Víctor Manuel recordó que ambos empezaron a sonar al mismo tiempo en la radiofórmula, hace 40 años. «Ha pasado el tiempo; todos estamos un poquito más rotos pero enteros».

Y entre todos ellos, un tanto apabullado, diana de bastantes pares de ojos, Guerrero. «Esto es un homenaje a toda una generación, a quienes pidieron y lucharon por la libertad política, social y personal», agradeció. Y luego miró a Labordeta -«hemos compartido teatros maravillosos y remolques en plazas de pueblo»- y a Víctor Manuel -«nos decían que cantábamos como patanes»- y llegó el desquite.