El joven, un estudiante de diseño gráfico, vivía con su madre y con su hermano, dos años menor que él, en un piso de Barcelona. Según fuentes judiciales, ésta no era la primera vez que el agresor «la emprendía a golpes contra su hermano» y, por ello, la víctima y su madre decidieron denunciarle ante los Mossos d'Esquadra.

Durante la audiencia urgente convocada en el juzgado de guardia de la ciudad, la familia del agresor ratificó la declaración prestada en comisaría y la Fiscalía solicitó al juez que dictara una orden de alejamiento contra el joven. La madre insistió entre sollozos «en la necesidad de esta dolorosa medida» para evitar las frecuentes palizas que el agresor daba a su hermano.

El denunciado, por su parte, reconoció «implícitamente» ante el juez los «constantes enfrentamientos» y se limitó a decir que necesita seguir viviendo en el domicilio familiar porque no tiene a dónde ir.

Tras escuchar a las partes, el juez prohibió al agresor acercarse y comunicarse con su madre y su hermano menor en el domicilio, centro de trabajo y en cualquier otro lugar en que puedan encontrarse a una distancia inferior a 1.000 metros.

El juez afirma que la medida de alejamiento durará mientras subsistan las circunstancia que han obligado a adoptar esta medida o, hasta que se dicte sentencia firme.