El Barça tiene estas cosas. En un ambiente tradicionalmente hostil, con la necesidad de remontar el 0-1 de la ida y una nefasta estadística como visitante -su última victoria se remonta al 10 de enero en el campo del Alavés-, se planta ante todo un Zaragoza con sólo tres defensas y un equipo plagado de jugadores bajitos.
Víctor Fernández debió de frotarse los ojos: para enfrentarse a perros de presa de la talla de los Milito, Diogo, Zapater, Movilla y compañía, Rijkaard alineó a cinco bonsáis. Deco, Xavi, Iniesta, Giuly y al menor de todos ellos, el argentino Leo Messi.
Fue precisamente él, el chaval de 19 años renqueante de una lesión que se produjo ante idéntico rival, quien tiró del carro azulgrana en ataque. Pidió todos los balones y enloqueció por momentos a Diogo, que se jugó la amonestación ya en la primera parte.Su pugna con el uruguayo le dejó algo más que cardenales. En el minuto 25 siguió hasta el final una pared con Deco. Pese a la corpulencia del defensor zaragocista, se las apañó para disparar desde el suelo ante la salida de César, cuyo rechace convirtió Iniesta en el 0-2.
A partir de ese momento, y con Ronaldinho ejerciendo la ingrata labor de fijar a los centrales jugando de espaldas a la portería, la mayor parte del juego ofensivo del Barça pasó por sus botas.Los números con que acabó el partido -ayer completó los 90 minutos de juego por primera vez desde que volvió a los terrenos de juego- fueron los de un jugador hiperactivo e inspirado: tres disparos a puerta, 41 pases bien dados, cinco faltas recibidas y hasta 10 recuperaciones de balón.
Lo que las cifras no desvelaron fue la gran acción que protagonizó con el tiempo casi concluido, cuando Messi tuvo un mano a mano ante César que resolvió con un sutilísimo disparo que fue a encontrar mansamente el poste derecho de la portería maña.
Frank Rijkaard quiso hacer mención aparte tras el partido con su joven pupilo. «Ha estado estupendo», afirmó. «Sus acciones han aportado mucho al equipo, el esfuerzo que ha hecho es grande porque tenía que abrir el campo y prestar atención al oponente», dijo sobre el derroche físico que realizó el argentino. «Es un gran futbolista y puede jugar en cualquier parte del campo», añadió.
No le faltaba razón al entrenador holandés. Messi fue, junto a un impresionante Xavi, el mejor barcelonista sobre el campo en un partido durísimo, por la necesidad de remontar y por la tremenda presión ejercida por la grada.
Como imitación de lo que se avecina en Anfield Road, el ensayo fue perfecto. Habrá que ver si Messi repite exhibición.
Xavi e Iniesta encuentran el gol
Si un reproche ha perseguido a Xavi e Iniesta a lo largo de su carrera, ése ha sido el de su falta de gol. Especialistas en el fútbol control, finos estilistas de La Masia y grandes pasadores, su rendimiento de cara a puerta no había sido nunca tan bueno como en la presente temporada.
Ambos fueron ayer los encargados de dar la vuelta a la eliminatoria en un fulgurante inicio de partido. Xavi adelantó a los azulgrana tras una gran combinación con Márquez, a la que siguió un perfecto túnel a Gerard Piqué y un chut ajustado, mientras que Iniesta se benefició de un rechace de César tras acción de Messi.
El futbolista de Terrassa, que ya marcó el pasado domingo un gran tanto ante el Athletic, sumó con el de ayer su quinto gol de la temporada, con lo que iguala su mejor registro desde que debutó en el primer equipo, que data de la campaña 2003-2004.
Iniesta, por su parte, suma siete goles, lo que supone con diferencia su mejor año de cara a puerta en el equipo azulgrana. Tras su debut en la temporada 2002-2003, en que no marcó, sus registros fueron discretos: dos goles en la 2003-2004, dos más en la 2004-2005 y sólo uno en la pasada. Sus siete tantos alejan la fama de 'gafe' que le acompañó en sus inicios y le convierten en el centrocampista más goleador que Rijkaard tiene en su plantilla.
