Francisco Brines.

Es uno de los grandes de la poesía española de las últimas décadas, siempre con el sello de haber pertenecido a la Genaración de los 50, junto a los fallecidos Claudio Rodríguez y José Angel Valente. Desde aquel Las brasas, de 1959, su obra ha ido ganando en premios (como el Adonais, el de la Crítica y el Nacional de Literatura) y en prestigio, como corresponde a la hondura que esconden sus versos, una profundidad de sentimientos que afloran entre líneas. Miembro de la Real Academia Española, cubrió el sillón que quedó vacante después de la muerte del dramaturgo Antonio Buero Vallejo.

Santiago Grisolía.

El veterano científico acumula un currículo de más que acreditada solvencia. Fue Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y ha trabajado en departamentos de Bioquímica de universidades como la de Kansas, además de haber ejercido como profesor en la Universidad de Chicago y ha investigado en centros tan prestigiosos como el de la Universidad de Nueva York.

José Antonio Escrivá.

El guionista, productor y director ha unido su nombre al del éxito en los últimos años gracias, fundamentalmente, a trabajos televisivos como los de las series Éste es mi barrio o El botones Sacarino, por citar sólo dos ejemplos. Arroz y tartana y Cartas de Sorolla son otros de los títulos que atestiguan su oficio televisivo. Precisamente, se ha distinguido por buscar, a lo largo de su trayectoria, la forma de llegar al gran público. Entre sus proyectos, sobresale una supelícula sobre Jaime I.

Joan Iborra.

El experimentado director de orquesta entró a formar parte de la Orquesta Nacional allá por 1973. Desde entonces, la firmeza de su batuta le ha granjeado una aureola de director sólido, que exhibe al frente de la Orquesta Sinfónica de Alicante, con la que no ha dejado de cosechar alabanzas. El repertorio español constituye una de sus especialidades, como demostró, por ejemplo, al impartir sobre música sinfónica española invitado por la Universidad Autónoma.

Miquel Navarro.

El artista se ha convertido en una de las grandes referencias de la escultura contemporánea en España. Su visión de los entornos urbanos ha sido una de las líneas creativas que más le han marcado. Además, ha realizado la escenografía para obras teatrales como, por ejemplo, Vente a Sinapia, de Fernando Savater, o Los cabellos de Absalón, de Calderón de la Barca. Y Navarro, caracterizado por una actividad frenética, puede presumir, desde hace ya más de dos décadas, de poseer el Premio Nacional de Artes Plásticas. El escultor protagonizó una generosa donación al Instituto Valenciano de Arte Moderno ya que el centro incorporó a sus fondos más de 500 obras suyas, pertenecientes a cada uno de los periodos de su carrera. De esta forma, el IVAM reúne las claves para comprender su obra.