Autor y director: Heinz Holliger. / Intérpretes: SWR Vokalemsem Sttugart, Esemble Contrechamps, Felix Renggli (flauta). / Director: Heinz Holliger. / Lugar: Auditorio Nacional. / Fecha: 27 de febrero.

Calificación: ***

MADRID.- El poeta Friedrich Hölderlin (1770-1843) pasó sus últimos 37 años recluido en una casa rural, con una enfermedad mental incurable y escribiendo poemas bajo el seudónimo de Scardanelli. No todos los locos son genios, Hölderlin sí, se eleva sobre la lírica alemana de su tiempo y ha fascinado a muchos compositores desde su época a la actualidad. El suizo Heinz Holliger (Lagenthal 1939), famoso oboísta e importante compositor, paso 10 años componiendo su inmenso fresco Scardanelli Zyklus, estrenado en 1985 y que ahora se estrena en España gracias a Musica Dhoy.

La obra, extensa e intensa, lleva coro, gran conjunto instrumental y flauta solista. Además, admite varias versiones aunque aquí se ha dado la más completa. Así se entiende mejor aunque el metraje resulte un poco excesivo. De sus 24 números, la mitad son para coro sin acompañamiento o con uno muy leve y en torno a ellos, que tratan de las cuatro estaciones (tres por estación), pivotan los fragmentos instrumentales. Holliger penetra muy adentro del mensaje poético de Hölderlin. Por eso su música, siempre elegante, efectiva y muy bien escrita, adquiere un plus de emoción más allá de las novedades del lenguaje que las hay y muy interesantes.

La obra, que exige un gran esfuerzo interpretativo, se dio en óptimas condiciones, dirigida por el autor y con el extraordinario Coro de la SWR de Stuttgart, Ensemble Contrechamps y los solos de flauta de Felix Renggli de alto virtuosismo y trágica poesía en esos alientos que van del grito a lo casi impalpable. Toda la obra transcurre en un ambiente donde lo poético se impone y donde el ala de la locura genial nos roza de vez en cuando. Las mixturas instrumentales son a menudo bellísimas y los trozos corales muy atractivos. Verdaderamente impresionante el fragmento coral final, dedicado al invierno, que se desarrolla en la más trágica oscuridad, con sonoridades graves que nos atenazan la sensibilidad y que parecen precipitar el fin de la obra en la propia locura de Scardanelli, con una emotividad que rara vez alcanza una música que es a la vez tan radicalmente nueva.

Los espectadores, que habían asistido al estreno con una gran atención, creo que comprendieron en ese momento que se había alcanzado la comunión con Hölderlin y que el esfuerzo de componer la obra, de interpretarla y de escucharla, había merecido la pena porque era evidente que estábamos asistiendo a la primera audición española de una de las obras verdaderamente importantes de la segunda mitad del siglo XX.