No hay ni una sola discrepancia sobre este aspecto en el máximo órgano ejecutivo de la eléctrica. E.ON también apoyaría sin dudarlo el veto, en el caso de que logre una o varias plazas de consejero tras la Oferta Pública de Adquisición (OPA). Endesa puede justificar su iniciativa por dos vías: la normativa del sector energético y sus propios estatutos sociales.

En teoría, y teniendo en cuenta los precedentes, la Comisión Nacional de la Energía debería cerrar las puertas del consejo a Enel. El organismo presidido por Maite Costa acaba de hacerlo con ACS, principal accionista de Unión Fenosa e Iberdrola. Hace dos semanas, limitó los derechos de la constructora en la segunda eléctrica, impidiéndole participar en la gestión. La razón es obvia: un mismo grupo no puede influir en la estrategia de dos empresas que compiten directamente en el mercado.

El caso de Enel es idéntico. La compañía comandada por Fulvio Conti controla todo el capital de Viesgo, una de las cinco eléctricas que participan en el negocio español del kilovatio. La presencia del grupo italiano en el sector no termina ahí. Enel posee también el 50% de la filial de energías de renovables de Unión Fenosa, e idéntico peso en la gestión.

Aparte de la normativa, Endesa también se reserva medidas para evitar la entrada de competidores en sus organismos de decisión. Sus estatutos consideran una incompatibilidad «el desempeño de cargos o funciones de representación, dirección o asesoramiento en empresas competidoras o el desempeño de esos mismos cargos o funciones en sociedades que ostenten una posición de dominio o control en empresas competidoras».

Competidores

Según fuentes del sector, la misma máxima podría aplicarse a Acciona, que también compite con Endesa en el negocio de las energías verdes. No obstante, el choque no es tan evidente como en el caso de Enel. La constructora presidida por José Manuel Entrecanales controla un 10,4% de la potencia eólica instalada en España, mientras que la participación de Endesa asciende al 8,6%.

La capacidad de veto puede convertirse en un importante balón de oxígeno para E.ON y el actual equipo gestor de la eléctrica española, en el caso de que el grupo alemán no logre levantar los blindajes en la junta del día 20. En el supuesto de que la multinacional se hiciera con menos del 50% del capital, se produciría un escenario poco favorable para E.ON, pero mucho menos propicio aún para Enel. El grupo alemán no tendría obstáculos para entrar en un consejo de administración que le recibiría como amigo. Por el contrario, la empresa italiana tendría una abultada participación en el capital, pero ninguna voz en los órganos de gestión.

De partida, Enel podría contar con un aliado. Acciona, propietario de casi el 21% de la eléctrica, mostró ayer su disposición a «dialogar» con el nuevo accionista. La constructora, sin embargo, todavía no tiene presencia en el consejo de administración de Endesa. Acciona aseguró ayer que no conocía las intenciones de Enel. Y recordó que el precio pagado por los títulos de la eléctrica (39 euros) le dan la razón (la compañía está convencida de que la acción tiene un valor superior a los 45 euros).

El único accionista que sigue sin confesar públicamente su postura es la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (Sepi). Su presidente, Enrique Martínez Robles, eludió ayer pronunciarse sobre la operación de Enel y recordó que mostrará su posición sobre la OPA en «el momento oportuno», según informa Europa Press. La Sepi controla un 3% de la eléctrica. No es una participación elevada, pero podría resultar vital en la decisiva junta del 20-M.

Sí se ha pronunciado a favor de acudir a la OPA Caja Madrid. Pero la entrada en escena de Enel podría modificar la opinión de la entidad. No en vano, ayer sonaban ya las primeras discrepancias internas en el consejo de la caja, que podría volver a dividirse, invalidando los esfuerzos que ha realizado en los últimos meses el presidente de la entidad, Miguel Blesa.