Jueves, 1 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6283.
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 ECONOMIA
El plan de reestructuración de Airbus afectará a 400 trabajadores de los centros españoles
Pese a los recortes, la dirección del constructor europeo se compromete a mantener las tres fábricas Prescindirá de un total de 10.000 empleos y cerrará seis de sus plantas en cuatro años
RUBÉN AMON. Corresponsal

PARIS.- El plan de reestructuración de Airbus se ha convertido en realidad pese a la iracundia sindical y las consecuencias políticas. Particularmente en Francia, escenario de los mayores recortes (4.300 empleos) y ejemplo de la discordia electoral. Ségolène Royal se compromete a pedir la suspensión del plan en caso de ganar las elecciones, mientras que Nicolas Sarkozy, aspirante al Elíseo desde las filas gubernamentales (UMP) le recuerda que un jefe de Estado no debería mediar en la gestión de un consorcio empresarial. Se anuncian jornadas intensas y calientes. Tanto por la llamada de los empleados a las huelgas y las movilizaciones como porque la ejecución del llamado plan Power 8 ha deteriorado la fragilidad del eje franco-alemán. Cuestión de intereses estratégicos y de posiciones políticas, aunque las medidas destacan una cierta voluntad salomónica. Francia pierde más empleos que Alemania (3.700), pero a cambio se garantiza ensamblar en Toulouse el nuevo A350.

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Las líneas maestras.

La plantilla de Airbus (55.000 empleos) va a perder 10.000 efectivos en el plazo de cuatro años. De ellos, 1.600 corresponde al Reino Unido y 400 a España, aunque quedan descartados los despidos directos. Quiere decirse que la mitad de los sacrificios afectan a los subcontratistas y a los contratos interinos, mientras que los correspondientes al 50% restante podrán negociarse con los criterios específicos de cada país.

La vaguedad del plan ha despertado la inquietud de los sindicatos, más aún considerando que el propio presidente de Airbus, Louis Gallois, decía ayer que podrían realizarse ulteriores recortes si la receta del Power no obtiene resultados concluyentes en el plazo de año y medio. El adelgazamiento de la plantilla forma parte innegociable de un reajuste que pretende ahorrar 5.000 millones de euros hasta el horizonte de 2010. Airbus considera también verosímil mantener los niveles de ahorro en un ritmo de 2.000 millones de euros al año. La política de restricciones modifica el estatus de seis fábricas repartidas en Francia (Méaulte y Saint Nazaire), Alemania (Nordenham, Varel y Laupheim) y Gran Bretaña (Milton). La mitad van a venderse. La otra mitad se cederá con un nuevo enfoque industrial.

España.

No ha salido demasiado mal parada. Quizá porque los sacrificios son proporcionales a su peso en el consorcio (5%). O por el buen funcionamiento de las tres fábricas al sur de los Pirineos que le ha preservado de una intervención traumática. Queda en el aire, sin embargo, el porvenir de 400 de los 3.000 empleados. La mayoría se encuentran en la sede de Getafe (2.000), aunque el bisturí también compromete a los de Illescas (600) y Puerto Real (400). Garantizado el compromiso de que no va a cerrarse ninguna sede, Airbus y sindicatos están llamados a entenderse. Bien a través de bajas incentivadas, mediante prejubilaciones o con el acuerdo de cancelar los contratos fijos de los empleados a punto de jubilarse.

Ultimátum.

El plan fue presentado como un ultimátum a las intromisiones políticas y como una manera de ejercer la soberanía empresarial frente a tres grandes desafíos: responder a las dificultades que implica la debilidad del dólar, la carga financiera de los retrasos del A380 y las sólidas inversiones del futuro. La estrategia pretende simplificar los procesos de producción con la reducción, de ocho a cuatro, de los llamados centros de excelencia. Así, el fuselaje y la cabina estarán en Alemania, el fuselaje trasero en España, la aeroestructura en Francia y los sustentadores de los aviones en el Reino Unido.

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