Las víctimas se merecen algo más que esta supuesta comprensión presidencial, que por otra parte es muy discutible. Porque si Zapatero manifiesta ahora ser tan «comprensivo», se podía haber ahorrado en su día el nombramiento de Gregorio Peces-Barba como Alto Comisionado del Gobierno para las víctimas, cuya labor fue sencillamente nefasta. O podía mostrarse más receptivo a lo que la inmensa mayoría de aquéllas, acompañadas por muchísimos españoles -todos de «buena fe», señora Fernández de la Vega-, han pedido ya en siete ocasiones en los últimos dos años en las calles de Madrid al Gobierno y a su presidente: que no siga con su política de apaciguamiento y negociación con ETA.

Pero Zapatero, erre que erre, y a pesar del brutal atentado de la T-4 de Barajas, sigue mandando mensajes y haciendo guiños al mundo de ETA-Batasuna. El último, muy lacerante para las víctimas y para una gran mayoría de españoles, ha consistido en decir que aprecia cambios en el discurso de Batasuna por unas declaraciones de Otegi, el mismo que el propio presidente calificó hace unos meses como un «hombre de paz». El resto de los ciudadanos debemos ser tontos o estar en Babia -zona de la provincia de León que me imagino conoce muy bien Zapatero-, porque que se sepa, a día de hoy Batasuna sigue sin condenar la violencia de ETA ni la kale borroka, y su última propuesta es tan anticonstitucional como pretender que se cree una nueva comunidad autónoma que englobe al País Vasco y a Navarra.

Las víctimas, señor presidente, además de comprensión quieren que no negocie con los terroristas o que éstos, como en el caso de Ignacio de Juana Chaos, cumplan íntegramente sus penas. Las víctimas quieren que el presidente del Gobierno no califique, ni como consecuencia de un «lapsus», de «accidente» a lo que fue un vil y cruel atentado terrorista. Las víctimas no quieren que el presidente llame «hombre de paz» a una persona como Otegi; las víctimas quieren que haya vencedores (los demócratas, toda la sociedad) y vencidos (los terroristas y quienes les apoyan); las víctimas desean, al igual que muchos ciudadanos, que los dos grandes partidos nacionales vuelvan a entenderse en el marco del Pacto Antiterrorista, que ha sido un instrumento muy eficaz en la lucha contra ETA y que fue roto por la misma persona que lo había propuesto; es decir, por Zapatero.

Por eso, la declaración dominical del presidente se quedó muy corta, fue ramplona, calculadora, aunque tuvo la virtualidad de proyectar lo que de verdad piensa Zapatero respecto a las víctimas del terrorismo. Está muy bien comprenderlas, pero haga un esfuerzo mayor, señor presidente: piense en las 819 personas asesinadas por ETA y verá cómo la justa reivindicación de las víctimas resumida en tres palabras -memoria y dignidad para los asesinados y justicia para los asesinos- no es mucho pedir y, desde luego, supone algo más que comprensión.