Jueves, 1 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6283.
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Los aliados 'yihadistas' de EEUU
El primer ministro libanés, Fuad Siniora, desmiente los supuestos vínculos con grupos extremistas que le achaca Seymour Hersh
JAVIER ESPINOSA. Corresponsal en Oriente Próximo

El primer ministro libanés, Fuad Siniora, negó el lunes las informaciones aparecidas en la publicación norteamericana The New Yorker según las cuales su gobierno participaría en un proyecto de EEUU destinado a contrarrestar la influencia de Hizbulá, incluso utilizando como aliados a grupos extremistas suníes.

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«El gobierno libanés rechaza cualquier fuerza armada que recurra al terrorismo. La información no tiene base alguna», aseguró en un comunicado el máximo responsable del Ejecutivo, suní él también.

El mismo texto admitía por el contrario que algunas organizaciones en el norte y sur han recibido ayuda de algunas partes que se han identificado como representantes del gobierno y de la Fuerza de Seguridad Interna (FSI), una de las acusaciones básicas que se vierten en el artículo escrito por el prestigioso periodista Seymour Hersh.

Según los testimonios recabados por éste, la nueva política norteamericana en el Líbano pasa por apoyar a cualquier formación que se oponga a la primacía de Hizbulá en el país de los cedros, lo cual podría llevar a una escisión entre suníes y chiíes similar a la que está arrasando Irak.

The New Yorker asegura en base a conversaciones con funcionarios americanos, europeos y árabes que la ayuda que EEUU y Arabia Saudí están enviando al gobierno de Siniora ha terminado en algunos casos en las arcas de grupos extremistas como Fatah al Islam -un nuevo movimiento instalado en el campo de refugiados palestinos de Nahr al Bared, al norte del país- o Asbat al Ansar, un grupo salafista vinculado ahora a la nebulosa de Al Qaeda cuyo origen se remonta a 1985.

El cuartel general de Asbat al Ansar se encuentra ubicado en otro campo de refugiados palestino, el de Ain al-Hilweh, en la ciudad sureña de Sidón, y según Hersh esta milicia radical ha recibido en los últimos tiempos armas y suministros de la FSI, la policía local.

«Es un programa que intenta ampliar las capacidades suníes para resistir la influencia chií y estamos repartiendo tanto dinero como podemos. En ese proceso estamos financiando a un montón de malos chicos... es una aventura de alto riesgo», afirmó un asesor del Ejecutivo de EEUU a Hersh. En sendas entrevistas con EL MUNDO, el actual jefe de la FSI, el general Achraf Riffi, y el antiguo ministro de Interior y ahora titular de Juventud, Ahmed Fatfat, reconocieron las actividades tanto de Fatah al Islam como de Asbat al Ansar, pero achacaron la financiación de los primeros al régimen sirio. «Lo llamamos la Al Qaeda siria», dijo Fatfaf.

El influyente ministro y miembro del Movimiento del Futuro, el partido al que pertenece Siniora, negó también cualquier relación con esas milicias, pese a que el semanario local L' Hebdo Magazine advertía en su última edición de que esa formación ha captado a un conocido islamista, Kannan Naji, para que recabe la ayuda de Fatah al Islam. La propia actuación de la FSI se ha convertido en motivo de polémica en el Líbano, donde Hizbulá no duda ya en calificarla de milicia progubernamental, una crítica que han corroborado analistas políticos como Abdo Saad, director del Centro de Investigaciones e Información de Beirut, o Timur Goksel, de la Universidad Americana de Beirut. «La policía es percibida como una fuerza confesional controlada por los suníes», indicó este último.

Tanto Riffi como Fatfat aclaran que la FSI se ha reforzado de manera espectacular en los últimos meses, pasando de 13.000 agentes en mayo de 2005 a 24.000. «La mayoría de los miembros de la FSI siguen siendo chiíes. Los nuevos integrantes son mitad musulmanes y mitad cristianos, y entre suníes y chiíes hay la misma proporción», precisó.

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