La entrada de Enel en Endesa, que puede llevar a E.ON a retirar su OPA, supone el último sobresalto de un vodevil político financiero que se arrastra ya año y medio, desde que el Gobierno y el tripartito catalán alentaran la adquisición de la eléctrica por Gas Natural. En el camino han quedado la desafortunada metáfora del presidente de la gasista, Salvador Gabarró, sobre «el semen» y el parto de «la criatura»; el expediente de la Comisión Europea a España por su intervencionismo; el brindis entre Zapatero y Merkel «por un final feliz» para E.ON; o la pataleta de José Montilla calificando de «operación contra Cataluña» la solución alemana. Esto, hasta ayer. Porque ahora la cosa se enreda todavía más.
Las declaraciones de José Blanco apelando a la «intuición» de Joan Clos para tapar su desliz -desveló los nuevos movimientos para controlar Endesa horas antes de que los conociera el mercado- son una tomadura de pelo por las que debería pedir disculpas. Como debería pedirlas Clos, que por la mañana insistía en que no había tenido conocimiento de la operación. Pues bien, horas después de las manifestaciones del dirigente del PSOE y del titular de Industria, Enel confirmaba a la CNMV que se reunió con Clos el 16 de febrero para hablar del «posicionamiento en España» de la compañía. ¿Alguien puede dudar de que abordaron el asunto de Endesa?
En el colmo del descaro, sólo 24 horas después de la entrada de Enel en la eléctrica española, La Caixa elevaba al 2% su participación en la concesionaria de autopistas Autostrade, resucitando así una operación que había sido torpedeada anteriormente por la propia Administración italiana. Todo indica que se ha producido un acuerdo entre Zapatero y Prodi según el cual éste deja el camino libre en Italia a La Caixa -la gran perjudicada por la fallida compra de Endesa por Gas Natural- y a sus socios en Abertis, y aquél a Enel en España, pese a que nuestra legislación impide que una empresa como Enel, participada por el Estado, pueda entrar en compañías estratégicas privatizadas. El pacto pudo cerrarse en la cumbre hispano-italiana el 20 de febrero, extremo sobre el que Solbes decía ayer desconocerlo todo. El responsable de Economía vuelve a jugar el papel de don Tancredo al que ha sido relegado la mayor parte del tiempo desde el inicio de la OPA de Gas Natural.
Los grandes perjudicados por estos movimientos pueden ser los pequeños accionistas. Si, como pretende, Enel configura con Acciona una nueva mayoría en Endesa junto a otros socios, muchos inversores no podrán vender sus acciones, algo que tenían garantizado con la OPA de E.ON. La legislación obliga a lanzar una OPA cuando se sobrepasa el 25% del capital o se adquiere una posición decisiva, como es el caso, por lo que la CNMV debería instar a la italiana a lanzar una oferta sobre la totalidad del capital de la eléctrica española.
Por otra parte, una posible denuncia de E.ON ante Bruselas por la forma como se ha desarrollado la operación, puede demorar más aún el desenlace. Y es que España es el otro gran perjudicado de tanto desatino, por el rastro intervencionista y de dirigismo que deja en los mercados.
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