Jueves, 1 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6283.
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EL ZOO DEL SIGLO XXI / TOBY DAWSON
La medalla que vale un padre
Tras darle por perdido en Corea y ser adoptado, su progenitor lo reconoció en la televisión cuando subió al podio en Turín
JULIO VALDEON. Especial para EL MUNDO

NUEVA YORK.- Dijo Frida Kahlo, convaleciente de un aborto en Detroit, que todo lo mecánico apareja dolor. Es posible que Toby Dawson, medallista olímpico nacido en Corea del Sur y criado en Estados Unidos, opine distinto. Su historia tiene ribetes de Charles Dickens pasado por Blade Runner. Nadie lo explica, pero la magia científica, enemiga del ocultismo, ha entremezclado en torno a Dawson una cadena de ADN que lo ha llevado a conocer a su padre biológico. El culebrón laico, racional y alucinógeno titila en los diarios estadounidenses y coreanos. La historia tiene un nudo, a mediados de 2006, un desenlace incierto y unas raíces que llegan a 1982, cuando el hoy campeón olímpico fue adoptado por una pareja de instructores de esquí de Colorado (Estados Unidos) en Corea. Mal imaginaban los orgullosos padres que la historia del pequeño conocería tantos meandros.

Deborah y Mike Dawson aterrizaron a principios de los 80 en Corea para adoptar a un niño. El huérfano que llevaron de regreso a EEUU creció en las montañas donde practican esquí las clases acomodadas del país. Recibió pronto el aguijonazo del deporte. Cuando apenas podía caminar ya recorría las pistas junto a sus padres. Lo suyo con los esquís fue un flechazo feroz, larvado desde siempre, una vocación inoculada por unos progenitores entusiasmados con las aptitudes del crío para la práctica deportiva. Cuando 26 años después, Dawson ganó la medalla olímpica en los Juegos de Invierno de Turín no hizo sino cerrar el círculo iniciado dos décadas antes. Flameando en la luz del crepúsculo, las banderas estadounidense y surcoerana celebraban el nacimiento de un nuevo héroe. Lejos, en una pantalla del país asiático, Kim Jae-su, de 53 años, contemplaba la entrega de galardones con cierta pereza. El triunfo de Toby Dawson levantó un oleaje de orgullo nacionalista en Corea. Los fotógrafos y periodistas retrararon hasta el hartazgo al joven campeón. A Jae-su la rueda flamígera no le importaba demasiado. Hasta que alguien lo alertó del curioso parecido que tenía aquel chico con su hijo, desaparecido en 1981.

Por improbable que resulte el ejercicio fisionomista entre un bebé y un hombre, Jae-su recibió otros comentarios similares. Todo el mundo parecía estar de acuerdo en que el muchacho y su hijo eran clavados. Jae-su asegura que perdió a su hijo, nacido en 1978, en un parque. Jamás alertó a la policía. Descreía de su capacidad. Prefirió buscarlo por su cuenta, en silencio, lejos del runrún mediático y los abogados.

La insistencia de amigos y familiares lo llevó a contactar con el esquiador, y éste aceptó someterse a las pruebas de ADN. No fue el único interesado. Muchos compatriotas, al conocer la historia, clamaron ser sus padres biológicos. El resultado de ADN fue categórico. Jae-su es el verdadero padre; el resto figuró como comparsas, algunos esperanzados, otras a la caza de un bocado a los generosos ingresos que ahora genera Dawson.

Ayer el esquiador viajó a Seúl y conoció a su progenitor. «No estoy muy seguro de lo que siento ahora. Sin duda felicidad, y también algo de enfado. Estoy excitado. Es como... bueno, como si pasara por emociones muy distintas... Voy a reunirme con ese hombre», dice. Acompañado por su novia, Leah Halmi, planea encararse con el hombre y resolver varias dudas. Citando a Dawson, la BBC repasaba las más decisivas: «¿Por qué estuve perdido tanto tiempo y por qué terminé en un orfanato? ¿Por qué la búsqueda no fue más intensa y los medios empleados mejores a fin de encontrarme?...». No resulta extraño, al cabo, que Dawson muestre perplejidad. La versión ofrecida por Jae-su, además de sorprendente, deja demasiados interrogantes. Esgrimiendo los argumentos reflejados en prensa todo queda algo borroso.

Con independencia de que el reencuentro sea amistoso o derive en conflicto, Dawson ha asegurado que creará una fundación para apoyar y asistir a personas que sufran trances similares. Es de suponer que tampoco abundarán los casos de niños adoptados por parejas empadronadas en las antípodas y sean reconocidos por sus padres biológicos mucho después, tras ganar una medalla de bronce en unos Juegos Olímpicos y aparecer en la televisión. Aunque tras asistir al culebrón protagonizado por la difunta Ann Nicole Smith y su codiciado bebé, cualquier pirueta, en especial las custodiadas por suculentas cuentas bancarias, resulta plausible.


LO DICHO Y HECHO

«No estoy muy seguro de lo que siento ahora. Sin duda felicidad, y también algo de enfado»

1978: Nace en Corea del Sur. 1981: Desaparece en un parque cuando estaba con su padre. 1983: Es adoptado por dos instructores de esquí estadounidenses. 2006: Gana un bronce en los Juegos de Inverno de Turín representando a EEUU. Su padre biológico lo reconoce al verlo por televisión e inicia los trámites para someterse a los test de ADN. Dwason acepta y los resultados demuestran el parentesco. 2007: Conoce a su padre en Seúl.

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