Girona está llena de escenarios cinematográficos. Sólo hay que descubrirlos. Las tradicionales y multicolores cases penjades a los lados del río Onyar, las intrincadas callejuelas del Call Jueu, el Pont de Ferro de Gustave Eiffel, las playas de arena fina de la Costa Brava, los volcanes de Olot, los delirios dalinianos Son escenarios que invitan a ambientar persecuciones, películas de época, historias intimistas o las ideas más surrealistas.
El panorama audiovisual de Girona es aún incipiente, pero empezó a cobrar fuerza con la llegada del nuevo milenio. En una ciudad de poco más de 80.000 habitantes son numerosas las referencias al séptimo arte, empezando por un peculiar Museu del Cinema.Los amantes del cine de autor y en versión original tienen un refugio en el Truffaut, que hace a las veces de Filmoteca, lugar de encuentro del Cineclub Fahrenheit o sala de exhibición de las creaciones autóctonas.
La responsable de que se puedan ver las cintas de directores gerundenses es la Associació de Realitzadors i Productors Audiovisuals de Girona (Arpagi), nacida en 2001. Sus objetivos: luchar por un interés común, buscar fórmulas de difusión y fomentar el conocimiento mutuo entre los profesionales del sector.
Uno de sus grandes logros ha sido llevar a la ciudad el festival internacional de Vídeo y Artes Digitales (VAD). El Pont de Ferro de Eiffel fue uno de los escenarios escogidos para presentar y aproximar a los ciudadanos el VAD. No había mejor lugar para hacerlo: el puente de hierro forjado es un lugar de paso habitual.En él se instalaron 15 monitores que proyectaban videocreaciones fuera de concurso. Suspendidos sobre el Onyar, los gerundenses podían detenerse en la estructura de Eiffel para descubrir las creaciones de arte digital. Fue en 2003.
El Pont de Ferro ya no cumple la función de improvisada sala de exhibición; demasiado costoso. Pero el VAD ya va por su cuarta edición y se ha consolidado. Cada vez hay más títulos extranjeros.Por su situación fronteriza, Girona resultaba un buen enclave para organizar un festival internacional.
Maurici Jiménez, director de Arpagi, destaca que cada vez más artistas viajan a Girona para ver el festival: «Es importante para crear nexos e intercambiar ideas con los directores locales».Durante unos días, toda la ciudad se llena de actividades: las exposiciones ocupan La Rambla o el Centre Cultural La Mercè.En el Truffaut se pueden descubrir los cortos más críticos, provocativos o experimentales. El ambiente artístico se respira por toda la ciudad y culmina en Les nits del VAD, un encuentro abierto entre artistas para disfrutar de las proyecciones de forma más distendida.Y para recuperarse de una noche de cine, nada mejor que engullir croissants y café en Els esmorzars.
En 2003 también se materializó otra de las principales iniciativas de Arpagi: el Fons de Creació Audiovisual. El Fons ha tenido una vida irregular debido a los problemas de financiación. Aunque por parte del Ayuntamiento hay «muy buena voluntad», no sucede lo mismo con la Diputació, indica Jiménez. «Ahora estamos en un momento de impasse», afirma.
Arpagi ha dado un ultimátum: reivindica un convenio trienal para dar una estabilidad al Fons y demostrar el compromiso de las instituciones. Tras arduas negociaciones, en 2004, el Fons no se convocó y para que no suceda lo mismo en próximas ediciones, «el proyecto tiene que respaldarse», pide Jiménez.
A pesar de los esfuerzos de Arpagi por ordenar un panorama audiovisual que está naciendo, las carencias en Girona son muchas. La ciudad depende en todo de la capital (y esta vez no es Madrid, sino Barcelona, que también ejerce un fuerte centralismo). «Rodar un largometraje sólo en Girona es impensable», afirma Jiménez.
¿Qué falta en Girona? Un plató -un espacio indispensable- y equipo especializado. En Barcelona hay muchas naves industriales acondicionadas como plató y que se alquilan. Sin embargo, en esta capital de provincia son las propias productoras quienes tienen que montar un plató como puedan. Los equipos de rodaje y el equipo técnico tienen que ir a buscarse a Barcelona. Y si se quiere pedir una subvención a la Generalitat o vender una producción a TV3, también.
Entre los Pirineos y la Tordera se extiende un territorio que, con los años, se irá viendo cada vez más en la gran pantalla.