por Anna R. Alós
Viendo la película La Reina (sin aportación alguna) recordé una máxima que se apropió Wallis Simpson, utilizada en muchas ocasiones como letanía de estúpidos: «Una mujer nunca es lo bastante delgada ni lo bastante rica». Se le olvidó completarla, así es que me permito adaptarla a la realidad: una mujer nunca es lo bastante fea, lo bastante cretina ni lo bastante adicta a las dietas de adelgazamiento para que la haga rica un príncipe inglés. Incluyo la lista de esperpentos para que vean: Camila Parker, refea y cachonda, Sarah Ferguson, vulgar y pasada de rosca, y Sophie Rhys Johns, sosita y prudente. Intuyo que deben ser monturas excepcionales para los nobles jinetes británicos, o no me lo explico. Porque vale que una sea feíta, pero ya todas me parece abuso.
Ellas, las princesas británicas por genética, sí saben elegir.Empezando por Queen Elisabeth, que se casó con Felipe de Edimburgo, tipo guapo. Su hermana Margarita se les casó con el atractivo fotógrafo Lord Snowdon. ¿Y qué me dicen de la poco agraciada princesa Ana juntándose con el espectacular Mark Philips, el jinete?
Lo del Príncipe Carlos es el súmmum; es el vástago real más cercano a tita Wallis por feo y freak, que se casó y reprodujo con la guapa mientras se beneficiaba a la fea.
Lo de guapos y feos es demasiado subjetivo para tratarlo con semejante frivolidad y mis valoraciones, que quede claro, son en base a los cánones establecidos por la ortodoxia desde la inquietante Wallis hasta hoy.
Tras toda esta disertación de madrugada, se me ocurre un final feliz, que es el que nos gusta a todos y todas, y es que si en Inglaterra se quiere tener una vida sexual de Oscar de Hollywood, hay que liarse con alguien que tenga estas características: noble, feo y rico. Tres sumandos para un resultado: sexo heavy, heavy.Si alteran el orden de los factores, no pasa nada.
Cuando Carlos le dijo a Camila «me gustaría ser tu tampón para estar siempre dentro de ti», medio mundo se escandalizó. Yo pensé que o Camila era una guarra por no cambiarse de tampón o que Carlos era un cachondo sin prejuicios. A mí toda esta peña me cae fenomenal, de verdad, porque se las ingenian sin fastidiar al prójimo para obtener una descendencia de rubios guapos. Bueno, fastidiaron a Lady Di, pero llevó el balón a su campo cuando se lió con Dodi. No les dé pena porque era lista: se casó con el feo, tuvo hijos guapos y corona y se lió con otro, aunque también feíto, más rico y con fama de tamaño de colosal entrepierna.No se lo perdonaron y, ya ven, diez años después del aparatoso accidente aún menean el tema y se publica que no, que no estaba embarazada del Harrod's boy. ¿A quién narices le importa semejante estupidez?
anna.alos@yahoo.es
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