Dos autobuses repletos de periodistas y otros tantos llenos de empresarios se llegaron ayer por la mañana a la Terminal Sur del aeropuerto de El Prat convencidos de que oirían una promesa sobre el futuro de esta infraestructura de boca del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que ayer visitaba las obras junto al de la Generalitat, José Montilla.
Tal y como estaba previsto hubo promesa. Zapatero aseguró que El Prat se convertirá en «un importante centro de conexiones» aéreas. Insistió en que el Gobierno «fomentará» que el aeropuerto barcelonés se transforme en un hub de calado internacional y reiteró que esta instalación «será una de las que más capacidad ponga al servicio de las compañías aéreas en los próximos años».
«El Prat será un hub. Será motivo de orgullo», resumió el presidente español, quien, sin embargo, evitó en todo momento pronunciar las palabras mágicas «vuelos transcontinentales» o «transoceánicos».
Los empresarios y los periodistas estaban allí para escuchar que desde el aeropuerto de Barcelona se podrá volar en el futuro de forma directa a otros continentes, principalmente a Asia, pero también a América y al corazón de Africa y, por qué no, a Oceanía. La sociedad civil catalana reivindica este modelo aeroportuario y asegura desde hace ya tiempo que si Barcelona no lo consigue, la economía catalana se resentirá.
De las palabras de Zapatero puede deducirse que el Gobierno tiene voluntad de adoptar este modelo que reclama el empresariado catalán, ya que el presidente habló de hub y este término debe entenderse como un centro de conexión de vuelos transcontinentales. Claro que si se ve el vaso medio vacío, podría traducirse hub como centro de conexiones internacionales y eso ya lo es ahora el aeropuerto de Barcelona, puesto que desde sus pistas salen aviones con destino a otros países, aunque casi siempre a Europa o al norte de Africa. El Prat sólo cuenta en la actualidad con 19 rutas transoceánicas.
El cambio de modelo no es sólo una cuestión de voluntad política.Iberia y otras compañías ya han anunciado que no quieren sobrevolar los océanos desde Barcelona, pues consideran que en esta ciudad no hay suficientes pasajeros y que el negocio no será rentable.Para Zapatero la clave está en esta Terminal Sur, la cuarta del aeropuerto, cuyas obras visitó ayer. Los espacios de esta terminal, que entrará en funcionamiento a principios de 2009, están todavía por adjudicar. Se trata, pues, de entregárselos a compañías dispuestas a arriesgar y a inaugurar nuevas rutas.
El presidente anunció que el Gobierno examinará con lupa las ofertas para ocupar la nueva terminal y que, en consonancia, exigirá a las compañías interesadas que cuando hagan la solicitud presenten planes estratégicos de negocio y expansión para los próximos cinco a seis años.
Además, el presidente, que estuvo acompañado de la ministra de Fomento, Magdalena Alvarez, que no intervino en ningún momento, reiteró que la Generalitat participará en la gestión de El Prat.Es una promesa anunciada, pues así lo dispone el artículo 140.4 del nuevo Estatut. Lo que no quiso decir Zapatero es ni cuándo ni cómo se producirá la entrada del Govern en la dirección del aeropuerto: «Habrá que pensarlo y dialogarlo con tranquilidad, estas cosas requieren responsabilidad».