RUBÉN AMON. Corresponsal
PARIS.-
Suena a sarcasmo, pero resulta que el abogado de la familia Picasso declaró ayer al diario Le Figaro que los cuadros del artista sustraídos el martes en París no estaban, a priori, asegurados.
Llama la atención la expresión a priori, aunque el letrado en cuestión, monsieur Olivier Baratelli, atribuye semejante desamparo a dos razones complementarias: cuesta demasiado dinero asegurar un cuadro de Picasso y está demostrado que es prácticamente imposible vender en el mercado clandestino las pinturas de tal importancia y cotización.
Es la misma esperanza a la que ahora se aferra Diana Widmaier-Picasso, nieta del artista malagueño y propietaria de las tres obras que unos ladrones descolgaron de las paredes de su casa en la madrugada del martes.
Las más importantes conciernen a un retrato de Maya (1938) y a otro de Jacqueline (1961), valoradas conjuntamente en unos 50 millones de euros, aunque el botín también contenía un dibujo.
La policía francesa anuncia una investigación «larga y difícil». Los expertos creen haberse topado con profesionales de altura. Sólo así puede explicarse que los ladrones pudieran introducirse en la casa de Diana Widmaier sin forzar la puerta ni deteriorar las ventanas. Más aún, el robo se produjo con tal silencio y discreción que la nieta de Picasso permaneció dormida mientras la desvalijaban.
Uno de los representantes legales de la familia aseguró anteayer que los cuadros sustraídos estaban protegidos por una alarma.
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