Viernes, 2 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6284.
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Juande apunta a los directivos
«SE HA ALIMENTADO LA VIOLENCIA POR PARTE DE LOS QUE TIENEN QUE PONER CORDURA» EL ENTRENADOR DEL SEVILLA PRESENCIO EL ENTRENAMIENTO DE SU EQUIPO NADA MAS DEJAR EL HOSPITAL, DONDE PASO LA NOCHE TRAS SUFRIR LA AGRESION EN EL PARTIDO
SANTIAGO SALAS DE VEGA

SEVILLA.- «Míster, fue una jugada rápida. Renato saltó de cabeza, el balón quedó suelto en el área y yo disparé fuerte. Fue un bonito gol». Juande Ramos no recordaba nada. Su película de los hechos se termina en el descanso. Ayer por la mañana, fue el autor del tanto del Sevilla, Kanouté, quien se acercaba hasta la banda del campo de la Ciudad Deportiva al ver llegar a su entrenador para contarle cómo se desarrolló la acción que, inopinadamente, desencadenó el vergonzoso desenlace.

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Tras pasar la noche en observación en una clínica sevillana, los médicos dieron el alta a Juande Ramos, bajo la premisa de no hacer ningún tipo de movimiento brusco en 48 horas. Él se marchó directamente al entrenamiento. Pidió a su preparador físico, Marcos Alvarez, que le acercara desde el hospital en coche -él no debía conducir-, y llegaron justo cuando los jugadores comenzaban el trabajo a las órdenes del segundo entrenador, Antonio Alvarez.

Aunque fuese con ropa de calle y sentado en el banquillo, Juande no quiso perderse ni un minuto de la sesión. Luego dio una rueda de prensa poco menos que obligado. No se extendió mucho, pero fue tan directo como la botella a su cabeza. «Recuerdo hasta el descanso y, a partir de ese instante, me he olvidado de todo», señaló. El entrenador del Sevilla, fiel a su talante, sí ofreció un buen puñado de reflexiones mesuradas y encomiables, a pesar de haber sido el gran damnificado.

«Hay un refrán que dice que quien siembra vientos recoge tempestades. Le estamos pidiendo a las dos aficiones que se comporten bien, pero dentro de esa masa siempre hay un cafre que pierde los papeles. Los profesionales y los dirigentes somos los que tenemos que dar ejemplo, aunque somos los que peor nos hemos comportado», reflexionó el entrenador del Sevilla, muy crítico con toda la polémica que ha rodeado a este último derbi de Copa. «Se ha alimentado mucho la violencia y la agresividad por parte de las personas que tienen que poner cordura en toda esta situación. Son los que más gasolina han echado al fuego, y los culpables de esta situación. No se puede pretender que la gente vaya al fútbol a comportarse luego como corderitos».

Juande no olvidó el fracaso de las instituciones: «Hay mucha gente que no ha estado a la altura. En este país parece que no se toman medidas hasta que no hay un muerto. Se culpa sólo la puntería, si el lanzamiento da a alguien, no que se produzcan cientos. Debemos tomar ejemplo de lo que ha sucedido en Italia, y no avanzar por ese camino. Los dirigentes son responsables de ello».

Como ya hizo su presidente, José María del Nido, nada más suspenderse el partido, el técnico quiso eximir a la afición del Betis de la responsabilidad material de lo ocurrido, achacable sólo a quien se dedicó a lanzar botellas. «Creemos que la gente que va al fútbol es gente normal que no va a cometer una barbaridad, y los propios aficionados que están alrededor de este tipo de personas son los que lo tendrían que expulsar. No puede pagar una afición de 50.000 personas por un cafre», aclaró el preparador.

Juande se llevó un botellazo y un gran susto. Las penas con pan son menos, dicen: el alcalde de Pedro Muñoz (Ciudad Real), su pueblo, anunció que le pondrán su nombre al estadio municipal de fútbol. Seguro que desde esa grada también arrojarán botellas algún mal día.

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