CASIMIRO GARCIA-ABADILLO
Justificar la excarcelación de De Juana Chaos atendiendo a «razones humanitarias», como hizo ayer el ministro Rubalcaba, es un insulto a la inteligencia de los ciudadanos.
Otros etarras (José Manuel Azkarate, Benjamín Ramos, Esteban Nieto, Fran Franco, Francisco Javier Imaz Martiarena, etcétera) han sido puestos en libertad por motivos de salud por distintos gobiernos sin que nadie cuestionara su legitimidad.
Pero la excarcelación de De Juana es una cuestión política por cuanto el jefe más sanguinario del Comando Madrid ha planteado su huelga de hambre como un reto al Estado de Derecho. La decisión del preso de abandonarla nada más llegar al País Vasco evidencia que el etarra interpreta la decisión del Gobierno como un triunfo de su estrategia. De esa forma lo analiza también el entorno de ETA.
La concesión de la prisión atenuada, asumida personalmente por el ministro del Interior, pero impulsada por el presidente Zapatero, se produce dos meses después del atentado en la T-4 del aeropuerto de Barajas, que costó la vida a dos personas.
Está claro que, tanto las declaraciones de Otegi la semana pasada a La Vanguardia como la excarcelación de De Juana forman parte de un mismo escenario: la reactivación del llamado proceso de paz. Es decir, supone el primer paso para la legalización de Batasuna y el reinicio de los contactos con ETA.
El Gobierno da así la espalda a la petición de la AVT de que el etarra cumpliera íntegra su condena por un delito de amenazas en concurso con otro de enaltecimiento del terrorismo.
Está claro que Zapatero ha preferido asumir el desgaste que va a tener esta decisión entre la gran mayoría de los ciudadanos a renunciar definitivamente a su política de diálogo con ETA. ¿Qué le han ofrecido los terroristas a cambio? La respuesta la conoceremos muy pronto.
El Gobierno, con la excarcelación, ha convertido a De Juana en un héroe para ETA y su entorno político. Su lucha ha conseguido doblegar al Estado de Derecho. No se puede comenzar peor el nuevo proceso de negociación.
La aplicación del artículo 100.2 De Juana no es equiparable a la adoptada con ningún otro preso etarra. Más bien se parece a la que afectó al general Galindo. En la infamia, los extremos se tocan.
casimiro.g.abadillo@el-mundo.es
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