CARLA ANTONELLI
Las personas transexuales hemos tenido que esperar 30 años para comenzar a ver nuestros derechos reconocidos por la ley. Se hace preciso recordar, porque a veces se pasa de puntillas, que las personas transexuales fuimos quienes más sufrimos la represión policial del franquismo y post-franquismo. Los y las transexuales estamos sin opción a la hora de salir del armario, porque literalmente nos caemos del mismo por falta de espacio. Nuestra situación es visible a la fuerza, sobre todo cuando iniciamos el proceso endocrinológico o quirúrgico.
«Camina o revienta», que diría El Lute, salvedades parte, prefiero quedarme con un «avanza y sobrevive».
En 1983 obtuvimos uno de los primeros logros: se despenalizaron las cirugías de reasignación de sexo. Hasta ese momento también íbamos a la cárcel por realizarlo, en un delito llamado de «mutilación y lesiones». Llega 1987 y el Tribunal Supremo emite sentencia favorable para que una mujer transexual pueda modificar su nombre y sexo después de una intervención quirúrgica de reasignación de genitales. Todavía se nos impedía el acceso al matrimonio, cosa que no se subsanó hasta el año 2001, tras varios recursos a la Fiscalía.
Marzo del 2004. Tras ocho años estériles en materia de derechos hacia transexuales, lesbianas y gays pasamos al tiempo de la esperanza. Era casi increíble después de 27 años de pozos ciegos sin fondo y anhelos truncados. Llega un partido, un presidente y un programa electoral que iba a comenzar a escribir el fin de la discriminación histórica de las personas transexuales en este país.
Pasa el tiempo y nuestra ley no llega, los plazos dados se vencen, y comenzamos así a tener la percepción de que se nos escapaba como arena fina entre las manos.
En este límite, siete personas anuncian que iniciarán una huelga de hambre el 15 de Mayo de 2006 si antes de que finalice junio el Gobierno no aprueba la entrada de la Ley de Identidad de Género. Cinco transexuales de toda España: Kim Pérez, Gina Serra, Joana López, Andrea Muñiz y quien escribe este artículo. A todo ello se unieron dos homosexuales: el sacerdote José Mantero y el activista Jaume de Urgell.
Tenemos un Gobierno que sí escucha, y que además cree en la igualdad social y en los derechos de todos los españoles. Avanzamos y ya es una realidad, ayer el Congreso aprobó el derecho a la propia identidad. Poseer unos documentos que nos acrediten y eviten sufrimientos innecesarios, erradicando discriminaciones ancestrales.
Ha sido largo el camino. Dicen que 20 años no son nada... Que 30 tal vez. Pero cuando quien los vive es una persona transexual es toda una vida, y aún mucho más.
Carla Antonelli es activista transexual
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