CON MUCHA CARA / «Los que pasaban a la vida tras la muerte se convertían en dioses, como Djehuty, el de nuestra excavación» / «Un ser existe mientras lo hace su memoria, materializada en el nombre y la cara» / «Si lees el cuento de Sinué, de 1900 antes de Cristo, ves que se podría haber escrito hoy» / «No somos tan importantes ni hemos progresado tanto»
Recién premiado por la SGE (Sociedad Geográfica Española) y recién llegado de Egipto, José Manuel Galán tiene un largo año por delante. El proyecto de excavación en la tumba de Djehuty, financiado por la Fundación Caja Madrid y dirigido por él, lleva ya seis años y le quedan, fácilmente, otros ocho. En su mundo de egiptólogos, no muy conocido, existe una cantidad prudente de aventura para los afortunados y una gran dosis de investigación y trabajo de ratón de biblioteca. En la entrevista, José Manuel nos cuenta que al fin y al cabo, miles de años después, no somos tan distintos de los faraones.
Pregunta.- Le acaban de dar un premio por sus trabajos en Egipto.
Respuesta.- Volvimos el pasado domingo después de seis semanas de campaña.
P.- Y ahora, ¿qué?
R.- Hay que ir ordenando y clasificando toda la información.
P.- ¿Siempre es así la vida del egiptólogo o usted es un privilegiado?
R.- Soy privilegiado porque tengo el trabajo, el equipo y el proyecto que me gustan. Pero de hecho, no soy arqueólogo, sino filólogo, me gustan los textos antiguos.
P.- ¿Cómo se hizo egiptólogo?
R.- Estudié Historia Antigua y luego estudié en Estados Unidos. Mi tesis fue sobre dos palabras egipcias: «victoria» y «frontera», con las que se referían a sus acciones imperialistas.
P.- ¿Cómo decían «victoria»? [Con un diccionario de jeroglíficos en la mano, José Manuel muestra los símbolos de la palabra].
R.- Estos símbolos son fonéticos, pero además aquí hay un dibujo de un señor con un palo en la mano que se utiliza para los verbos de violencia.
P.- ¿Y sobre dos palabras se puede hacer toda una tesis?
R.- Claro, yo empecé en el instituto de Filología del CSIC y luego comencé con el proyecto de la tumba de Djehuty. El problema es que es muy difícil convencer para llevar a cabo un proyecto de egiptología. Me lancé a las excavaciones de Djehuty y Hery, que están llenas de inscripciones.
P.- En la excavación de Luxor, ¿había muchas misiones extranjeras?
R.- Sí, de todos los países. Es muy interesante, porque compartimos información y nos ayudamos a identificar las piezas.
P.- ¿Qué tiene Egipto que consigue que se interese todo el mundo por su cultura?
R.- Lo tiene todo. La geografía, el paisaje, sus gentes... Y son 3.000 años de historia bien conservada por la sequedad del terreno. Hay papiros matemáticos, ginecológicos, administrativos, cartas de amor, poemas, cartas de padres a hijos... Todos los aspectos de la vida social están bien conservados.
P.- Y al final, tras estudiar todo eso, ¿somos hoy tan distintos?
R.- Han cambiado la tecnología y las modas, pero nosotros no hemos cambiado nada. Si lees el cuento de Sinué, de 1900 antes de Cristo, ves que se podría haber escrito hoy.
P.- Son sentimientos universales.
R.- Y se aprende que los egipcios tenían muchas ganas de vivir.
P.- A pesar de las tumbas...
R.- Ellos tenían tanto apego a la vida que querían vivir después de la muerte.
P.- Las momias eran preparaciones para esa vida posterior, ¿no?
R.- Exacto. Y sobre todo, en Egipto se aprende que no somos tan importantes ni hemos progresado tanto. En esencia, somos como los egipcios.
P.- Los faraones debían de ser tiranos.
R.- Sólo por ejercer el poder ya lo eran un poco... Pero hay textos en los que enseñan a los gobernantes a hacerlo bien. También está documentada la primera huelga: los trabajadores de un monumento se negaron a seguir trabajando porque no les pagaban.
P.- Y tenían un dios para cada cosa.
R.- Su concepto es que había un solo dios para todas las cosas, pero era tan grande que se manifestaba de distintas maneras.
P.- Como nosotros podemos tener distintos santos o vírgenes en las iglesias...
R.- Y los que pasaban a la vida tras la muerte se convertían en dioses, como Djehuty, el de nuestra excavación. De hecho, nosotros no estamos investigando su tumba, aunque la llamemos así. En realidad es un santuario.
P.- ¿Y la tumba de verdad?
R.- Un pozo donde aún no hemos entrado.
P.- ¿No siente que está molestando al muerto al entrar ahí?
R.- No, porque estamos en su santuario. Él deseaba que la gente entrara y leyera sus inscripciones. El pozo está sellado.
P.- Pero entrarán...
R.- Sí, aunque lo que haremos es lo que él habría querido: hacer vivir su nombre. Los egipcios pensaban que un ser existe mientras lo hace su memoria, materializada en el nombre y la cara. Al dar publicidad a Djehuty, hoy vuelve a estar vivo.
P.- La verdadera muerte es el olvido.
R.- En los premios del otro día, el Príncipe citó a García Márquez en su discurso. Dijo que la vida es el recuerdo, y eso es Egipto.
RETRATO
Origen. Madrid, 1963. Currículo. Estudió Historia Antigua y se doctoró en la Universidad de Baltimore. Desde el 95 trabaja en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), donde comenzó con el proyecto Djehuty en dos tumbas de Luxor (ver información en www.excavacionegipto.com). El año pasado publicó un libro sobre la excavacion: En busca de Djehuty (National Geographic, RBA, 2006) Aficiones. «La egiptología y el campo, tanto el mar como la montaña». Debilidades. «Me gusta todo». Virtudes. «Me intento superar siempre en el trabajo». Defectos. «Muchos, como jefe de equipo sobre todo».