Un grupo de estrategas militares, al servicio del general David Petraeus, ha llegado a la conclusión de que las tropas norteamericanas tienen un plazo limitado de seis meses para «crear el orden en Irak», o de lo contrario deberán enfrentarse a un colapso similar al de Vietnam.
Según revela el diario The Guardian, el grupo de asesores de élite y expertos en la contrainsurgencia conocido como el Consorcio de Cerebros de Bagdad (Baghdad Brain Trust) ha advertido de que la tropas norteamericanas pueden verse forzadas a una humillante retirada si la situación no mejora ostensiblemente antes del próximo año.
«Los militares saben que están operando contrarreloj», declaró a The Guardian un ex alto funcionario de la Administración Bush que ha tenido acceso directo al trabajo a la sombra del grupo de élite. «Saben que en Washington se va a hablar cada vez más del Plan B de aquí al otoño. Saben que este plazo de seis meses es su oportunidad, y que se está poniendo más difícil cada día».
De acuerdo con los asesores de Petraeus, la ventana abierta por la «nueva estrategia» anunciada por Bush -y plasmada en el polémico envío de 21.500 soldados de refuerzo- se cerrará previsiblemente el 3 de septiembre, cuando se haga una evaluación de los logros obtenidos por las tropas de EEUU e Irak en su lucha contra la insurgencia y de los progresos en el proceso de normalización política del país.
Nuevos y viejos problemas
A la entrada del otoño, el general Petraeus -elegido como el órdago a la grande de la Administración Bush para lograr la victoria en Irak- tendrá seguramente que comparecer en el Congreso para demostrar los avances... O admitir el fracaso de la «nueva estrategia».
Mientras la Administración Bush insiste en los progresos de las últimas seis semanas (disminución de los asesinatos políticos, mayor disposición del Ejército iraquí, acuerdos sobre el reparto de la riqueza del petróleo y proceso de reconciliación), el grupo de expertos que asesora a Petraeus ha elaborado una lista de nuevos y viejos problemas que pueden dar al traste con la situación.
Pese a los refuerzos militares, los estrategas sostienen que el número de tropas sobre el terreno sigue siendo insuficiente. La coalición internacional se está desintegrando, y el repliegue paulatino de las fuerzas británicas anunciado por el primer ministro Tony Blair puede traducirse en un deterioro de la situación en el sur del país.
Con el número de soldados muertos por encima de 3.000, la moral del Ejército norteamericano empieza a ser preocupante, al tiempo que se está resquebrajando el apoyo político por falta de control de la Casa Blanca sobre las iniciativas del Congreso, donde los demócratas amenazan con bloquear las nuevas partidas de guerra.
En un reciente artículo publicado en el Washington Post, la ex asesora del Departamento de Defensa Sarah Sewall dice que, a estas alturas, «muchos de los mayores defensores de Petraeus temen que no haya manera de ganar en esta nueva misión y que su reputación profesional, irónicamente, se vea horadada por esa nueva doctrina de contrainsurgencia que ha estado elaborando durante un año».
Sewall recuerda cómo el general Petraeus, en sus dos turnos previos en Irak, logró sustanciales progresos combinando las medidas de seguridad con el apoyo a las reformas políticas y económicas en Mosul y en la provincia de Niniveh. La teoría y práctica de Petraeus cuajó entonces en el ya conocido manual que instaba al Ejército norteamericano a replantear drásticamente la manera en que estaba llevando la guerra -«algunas de las mejores armas son las que no disparan»- y buscar una cooperación más activa para proteger a la población iraquí, sin bajar la guardia, pero sin blindarse como hasta la fecha.
Sewall asegura que hay tres problemas de fondo que pueden ser la soga de Petraeus: el insuficiente número de tropas para hacer frente a la contrainsurgencia, la debilidad de los esfuerzos políticos y económicos de la Administración y la corrupción de los líderes iraquíes.