Tras años de cruentos combates contra la «ocupación» de Moscú, Vedeno, distrito símbolo de la rebeldía chechena, se ha rendido. Los milicianos de Ramzan Kadirov, nuevo presidente prorruso de esta república, han conseguido hacerse con el control de esta región montañosa, último bastión de los independentistas.
En el centro de Vedeno, un centenar de kilómetros al sureste de Grozni, los retratos de Ramzan y de su padre, Ajmed Kadirov, asesinado en 2004 en un atentado, destacan justo al lado de una base militar del Ejército ruso.
Los chechenos, que vivían escondidos en los sótanos de sus casas durante los bombardeos de las fuerzas armadas controladas por Moscú, redescubren una apariencia de normalidad.
Las escuelas y el hospital, destruidos durante la guerra, han sido reconstruidos en parte. Y el Gobierno de la región vuelve a ser solvente en un flamante edificio remodelado. «Ramzan nos ha devuelto el gas, la electricidad y el agua», afirma el jefe del distrito, Ruzban Tontagomed.
Situada en el corazón de las montañas del Cáucaso ruso, Vedeno ha sido durante años el baluarte del líder radical independentista Shamil Basayev, la única región capaz de resistir cuando el resto de Chechenia pasaba poco a poco bajo el control del Gobierno prorruso de Kadirov. En marzo del pasado año, Basayev todavía provocaba las fuerzas fieles a Moscú en esta región aislada. Pero fue asesinado poco después, en julio de 2006.
Un año más tarde, Ramzan Kadirov, seguro de su fuerza, se ha atrevido a hacer algo inimaginable: invitar al comisario para los Derechos Humanos del Consejo de Europa, Thomas Hammarberg, a ir a ver el antiguo bastión de los «bandidos». Sin embargo, la jugada no le salió nada bien, puesto que ayer Hammarberg pidió el «cese inmediato» del uso «sistemático» de la tortura en las cárceles chechenas.
«Numerosos presos denuncian torturas. Estoy convencido de que no son casos aislados, sino que se trata de un sistema», afirmó el comisario, que participó en una conferencia sobre la situación de los Derechos Humanos en la república caucásica. Hammarberg subrayó que en las prisiones chechenas «se recurre sistemáticamente a la tortura para arrancar confesiones» y que «esto debe cesar de inmediato», informa Efe.
Ramzan Kadirov reconoció el problema, pero culpó del mismo a los representantes del Ministerio del Interior de Rusia, que «siempre encuentran una disculpa para escabullirse». El líder checheno y su guardia pretoriana, integrada por varios miles de hombres, entre ellos ex guerrilleros, han sido acusados en numerosas ocasiones de practicar la tortura y el secuestro indiscriminados.
El defensor del pueblo checheno, Nudri Nuyazhiev, cifró en más de 2.700 el número de personas que aún permanecen desaparecidas en la república y acusó a las autoridades federales de falta de colaboración.