Los gemelos Kaczynski, los dos hombres más poderosos de Polonia, gobiernan juntos desde hace un año y medio siguiendo una regla básica: sólo se puede confiar en la familia. «Desgraciadamente no se fían de nadie más», critica el líder de la oposición, el liberal Donald Tusk.
El mes pasado ambos lanzaron un programa de reformas para poner orden en su gabinete. Primero le tocó el turno al ministro de Defensa, Radoslaw Sikorski, que dimitió por desavenencias con el jefe del servicio secreto y hombre fuerte de los gemelos, Antoni Macierewicz.
Más allá de estos desencuentros, Sikorski no se había mostrado demasiado entusiasta con el envío de tropas a Afganistán y con la predisposición del Gobierno polaco a que EEUU instale su escudo de misiles balísticos en Polonia. «No hemos podido resolver nuestras diferencias», justificaba entonces el primer ministro, Jaroslaw Kaczynski.
Dos días después fue el ministro del Interior, Ludwik Dorn, el que dimitió. La renuncia, que fue aceptada inmediatamente, supuso una auténtica sorpresa en el panorama político polaco, ya que era considerado el tercer hombre más poderoso de Polonia después de los dos gobernantes. Con Dorn cayó también el jefe nacional de policía, Marek Bienkowski.
Ludwik Dorn se marchaba por haber disentido de la forma de combatir el crimen organizado que defendían el ministro de Justicia, Zbigniew Ziobro, y el propio primer ministro. El jefe del Ejecutivo decidió entonces reubicar a Dorn, quien desde ahora es viceprimer ministro, «un puesto en el que no debería crear problemas para los gemelos», decía un reciente editorial del periódico Gazeta Wyborcza.
Para Donald Tusk, de Plataforma Ciudadana, los gemelos Kaczynski representan un estilo de gobierno «jamás visto hasta ahora en Europa» que se basa en «gobernar constantemente en una especie de gabinete de crisis donde todo es posible».
Lo cierto es que en la política polaca puede pasar cualquier cosa, tal y como recogían hace algunos días diferentes medios en una reflexión sobre la «inverosímil coalición» que actualmente rige el país «con la sensación de que se va a desmembrar en cualquier momento».
Y es que, los gemelos Kaczynski están cada vez más descontentos con los ministros aportados por los dos partidos minoritarios de esta coalición, los campesinos de Autodefensa y los ultraconservadores de Liga de las Familias Polacas, aunque destituirlos supondría romper la coalición y dejar a su partido en minoría, algo que los Kaczynski evitarán a toda costa.
Pero el plato fuerte de los hermanos no ha sido para sus colaboradores más díscolos, sino para sus adversarios políticos, un grupo amplio y variado que engloba desde los ex comunistas hasta el mismísimo fundador del sindicato Solidaridad, Lech Walesa.
Ese plato fuerte llegó en forma de informe sobre las actividades de los servicios secretos (WSI) desde la caída del comunismo: 375 páginas sin desperdicio en las que se describen malversaciones de fondos públicos, conexiones con la mafia, control de medios de comunicación, difamaciones a políticos de Ley y Justicia y una importante actividad consentida de la mafia y del espionaje ruso en Polonia, a pesar de que el control comunista había desaparecido varios años antes. Todo ello con la connivencia de ministros de Defensa y del presidente del momento, primero el sindicalista Walesa y después el ex comunista Aleksander Kwasniewski.
Para el Ejecutivo polaco, esto «demuestra el importante grado de corrupción política de los anteriores gobiernos». Walesa, respondía a las duras acusaciones en una entrevista televisiva: «¡Cómo es posible que tengamos un presidente tan imbécil!», exclamó.