ILDEFONSO GONZALEZ / Especial para EL MUNDO / ESTAMBUL
Al menos una persona, un niño de ocho años de edad, murió ayer por la explosión de una mina en Siirt, una provincia del sureste de Turquía de mayoría kurda, según informó la cadena de televisión local NTV. El artefacto habría sido colocado por guerrilleros del ilegalizado Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), el mismo que declaró una tregua indefinida el pasado 1 de octubre.
Sin embargo, el PKK, considerado un grupo terrorista por Turquía, Estados Unidos y la Unión Europea (UE), se reserva desde entonces el derecho a responder a los ataques que reciba del Ejército turco, que no han cesado en ningún momento. Ankara ha ignorado todas las treguas anteriores declaradas por los rebeldes y ha manifestado por activa y por pasiva que no negocia con terroristas. Los jefes militares turcos han asegurado además que combatirán hasta que todos los insurgentes estén muertos o se rindan. Así, ninguna de las dos partes parece estar dispuesta a poner fin mediante el diálogo a un conflicto que se inició hace más de 20 años.
El PKK se alzó en armas contra la República de Turquía en 1984 para exigir la independencia del Kurdistán. Desde entonces, han muerto unas 35.000 personas en acciones de ambos bandos que muchos analistas no han dudado en calificar de guerra civil.
El Kurdistán es una región situada en Asia occidental, así denominada por ser el territorio habitado y reclamado históricamente por el pueblo kurdo, que roza los 50 millones de habitantes. Su territorio está repartido entre Turquía, Irak, Irán y Siria, pero ninguno de estos países, salvo la nueva Administración de Bagdad, está por la labor de concederle una mayor autonomía. Apoyado en otros tiempos por los gobiernos de Damasco y Teherán, el PKK se está haciendo fuerte en el norte de Irak, donde los kurdos gozan de autogobierno, según las tesis de Turquía. El temor de Ankara reside en que la comunidad kurda de este país se haga con el control de Kirkuk, una ciudad muy rica en crudo, y utilice los recursos petroleros para financiar al PKK en su lucha armada.
Así, con un Kurdistán iraquí convertido en Estado, sería mucho más fácil el efecto contagio, esto es, la declaración de un Kurdistán turco, sirio e iraní. Pero, por el momento, se trata de una opción remota. Irán se ha propuesto, por su parte, terminar con el terrorismo kurdo; ayer mismo, soldados de la Guardia Revolucionaria abatieron a 17 insurgentes en el noroeste del país.
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