Viernes, 2 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6284.
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 TOROS
Reflexiones sobre un retorno
JAVIER VILLAN

Ayer, a media tarde, explosionó la bomba taurina hace tiempo esperada; elmundo.es, al ojeo, levantó la liebre: vuelve José Tomás, el ausente, el deseado, la revelación inconclusa. El héroe de los últimos tiempos decidió hace unos años, en plena gloria, retirarse del mundanal ruido, harto de las vanidades, los aplausos y las incertidumbres que conlleva vestirse de luces todas las tardes.

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Un sentimiento de orfandad se apoderó de los aficionados más cabales y pareció que había llegado el final de los tiempos. Esta noche muchos dormirán un duermevela entre la pesadilla y el sueño pensando si será verdad o dejará de serlo tan venturoso anuncio. Y a los empresarios se les habrán esfumado muchos quebraderos económicos de cabeza.

Malos tiempos corren para la Fiesta de los toros con interdicciones políticas y vicios internos que la socavan. Así que, en estos momentos, la vuelta de José Tomas es una buena noticia. Puede que el torero de Galapagar vuelva a ser el revulsivo apasionado que la Fiesta necesita como apuntalamiento y base desde la que remontar el vuelo frente a insidias de toda índole. Vuelve, además, en La plaza Monumental de Barcelona; el corazón amargo y agresivo del antitaurinismo ibérico, plaza y afición sobre las que el madrileño alzó su pedestal: uno de sus más sólidos pedestales. Conviene, sin embargo, hacerse algunas reflexiones que, sin duda, se habrá hecho el propio José Tomás.

La memoria, refugio de laureles y grandezas, es frágil y no siempre fiel. A José Tomás lo trae el recuerdo de sus hazañas, pero éste no va a ser un salvoconducto intocable. O es el José Tomás legendario de sus mejores temporadas o no será nada.

El aficionado taurino, generoso de por sí, no perdona ni vive de fantasías; sólo vale el momento, el instante preciso de pisar terrenos inverosímiles y colocarse allí donde nadie es capaz de ponerse. En sus dos últimas temporadas ya sonaron vientos de fronda y se censuraba a Tomás por no ser el que había sido meses atrás. Ahora, pese al entusiasmo y a las esperanzas clamorosas que suscita su retorno, aún será peor si los aficionados se sienten defraudados. Hoy repican campanas de gloria por el mesías resurrecto, por el mito tomista; pero tendrá que ponerse donde se ponía antes o sus fervorosos seguidores acabarán pasándole factura. Bienvenido a casa. ¡Va por usted!

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