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 CATALUNYA
LA CORRUPCION DE LOS 90, A JUICIO / El incondicional apoyo electoral de Jordi Pujol
Vacunado contra los escándalos
Durante los más de 23 años que gobernó en Cataluña, el ex president Jordi Pujol no resultó prácticamente afectado por los distintos casos
FÉLIX MARTINEZ

BARCELONA.- Si un día la ciencia médica se interesa por explicar biológicamente las cualidades necesarias para el liderazgo político, una de las pruebas imprescindibles deberá ser tomar una muestra de la sangre de Jordi Pujol. El que fuera presidente de la Generalitat durante 23 años y medio, no resultó prácticamente afectado por ninguno de los escándalos que estallaron en el Govern bajo su mandato. Ni siquiera al primero, el caso Banca Catalana, en el que Pujol era el principal acusado. Los hematólogos podrían encontrar los anticuerpos contra los escándalos políticos.

De hecho, le afectaron más los escándalos del PSOE de Felipe González que los propios. Pujol pagó las escuchas del Cesid, los Gal y los dispendios de la beautiful people del PSOE perdiendo la mayoría absoluta en noviembre de 1995 por haber apoyado al débil último Gobierno de Felipe González -aunque se mantuvo en su puesto casu siete años más que González-.

Sólo una vez, cuentan los que le conocen, se permitió el lujo de dudar y de plantearse dimitir. Fue la noche de mayo de 1984 en que el entonces secretario de Presidència de la Generalitat, su auténtico brazo derecho, Lluís Prenafeta, le advirtió de que al día siguiente el diario El País publicaría una información sobre la inminente «querella de la Fiscalía del la Audiencia Territorial de Barcelona contra Jordi Pujol y otros 24 consejeros de Banca Catalana».

Aquel breve momento de debilidad dejó paso al clásico All that don't kill us, make us stronger (literalmente, «lo que no nos mata nos hace más fuertes»). El propio Prenafeta, que estaba poniendo en marcha TV3 y Marta Ferrusola se encargaron de coordinar la campaña de más de dos años de defensa del president fuera de los tribunales. En los juzgados, un Juan Piqué Vidal en su mejor momento, se encargaba de mantener a raya a los jueces.Los fiscales responsables de la querella, Carlos Jiménez Villarejo y José María Mena, ambos jubilados hoy, aseguran que ellos fueron los únicos responsables de aquella iniciativa judicial.

Pero Pujol se sintió engañado por Felipe González y Alfonso Guerra y especialente por los ministros socialistas catalanes: Narcís Serra y el fallecido Ernest Lluch. Lo cierto es que el PSC recibió la noticia peor que la propia CiU. Para ellos, a partir de aquel momento, Cataluña se iba a convertir en un paisaje irrespirable.La campaña de Prenafeta era un simple silogismo: Pujol es Cataluña, ergo, quien ataca a Pujol, ataca a Cataluña.

Manifestaciones de apoyo insultos por las calles al entonces primer secretario del PSC, Raimon Obiols, que escuchó en aquel tiempo el improperio botifler más veces que en toda su vida, allanaron el camino para que dos años después, en 1986, la Audiencia de Barcelona traicionara a la Fiscalía y exonerara a Pujol del caso Banca Catalana. Sin embargo, la noche de duda y los dos años de campaña parecieron ser los responsables de los anticuerpos que el ex president creó contra los escándalos que afectaban a su propia gente. Y no fueron pocos. El primer caso de financiación ilegal de partidos de España, fue el caso Casinos. Las empresas de Artur Suqué estuvieron financianco al partido de Pujol durante años. Acabaría archivado a causa de la doctrina impuesta por e Tribunal Supremo con el caso Filesa.

En 1994 estalló el caso Cullell. Unas conversaciones telefónicas grabadas al conseller de Política Territorial i Obres Públiques, acreditaban que había presionado a un alcalde para que comprara unas tierras a su cuñado. No hubo consecuencias judiciales, pero Cullell tuvo que dimitir.

Su sucesor, Jaume Roma, apenas duró unos meses en el cargo, cuando suspendió pagos la constructora, proveedora del Servei Català de la Salut que él dirigía, y trascendió que había construido la casa de Roma a un precio irrisorio.

Con la caída de Roma llegó al Govern Artur Mas, que ocupó la cartera en verano de 1995. Cuando fue designado, Mas recibió una admonición del president: «Tu casa, y si tienes otra en cualquier otro sitio, será fotografiada del derecho y del revés; el portero, interrogado sobre cuándo entras y cuándo sales; buscarán quién ha puesto las plantas en tu balcón, si es que las tienes, y en el registro todo lo que puedas tener será mirado, remirado y registrado». Y es que, para entonces, Pujol ya sabía que el Cesid de Narcís Serra le había estado espiando -a él y a sus hijos- durante los años 1993 y 1994 sin obtener un solo trapo sucio.

Pero los casos de corrupción seguían tumbando consellers y ex consellers. El fallecido ex conseller de Economía Jordi Planasdemunt acabó en la cárcel acusado de estafa. Macià Alavedra se retiró de la política en 1997 quemado por sus relaciones con De la Rosa y Estevill. Pujol dejó la presidencia de la Generalitat a finales de 2003. Invicto.

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