LETICIA BLANCO. Enviada especial
PARIS.-
El conseller de Innovació, Universitats y Empresa, Josep Huguet, anunció ayer que su departamento ayudara económicamente a los diseñadores catalanes que abran una tienda en el extranjero.La iniciativa, que se enmarca en la estrategia de internacionalización de la moda catalana, subvencionara parcialmente el salto al exterior de firmas consolidadas y de jóvenes talentos emergentes.
La primera línea del plan contempla ayudas de un máximo de 70.000 euros a la apertura de tiendas monomarca de empresas que facturen un máximo de 50 millones de euros al año; la marca deberá contar con un mínimo de dos establecimientos en Cataluña y un máximo de 250 trabajadores. Los fondos que aporte la Generalitat sufragarán viajes de prospección, un estudio de viabilidad del proyecto y los gastos de apertura de las boutiques.
La segunda línea busca el despegue internacional de jóvenes diseñadores independientes, que no deberán acreditar solvencia económica ni estructura empresarial. Tendrán que asociarse en colectivos, bajo una marca común y podrán recibir ayudas de hasta 150.000 euros. El nombre de la tienda deberá contar con refencias a Cataluña o a Barcelona.
En ambos casos, serán los diseñadores quienes escogerán destino para la tienda. Nueva York, Tokio y París son algunas de las ciudades que se barajan. La conselleria, que empezara a gestionar las ayudas en abril, aceptará en un principio todas las solicitudes que reciba y cumplan los requisitos.
Uno de los muchos candidatos a sumarse a esta nueva política es José Castro que, ayer, tras su debut en la Semana de los Creadores de París -desfiló entre Kenzo y Chloe-, confesaba su predilección por la capital francesa para abrir una tienda. El gallego afincado en Barcelona deslumbró en su primer desfile en el calendario oficial parisino con la que hasta la fecha es su primera colección, Dead Bird (El Cuervo). Una colección dominada por el negro, entre el pret-à-porter y la costura, con referencias tanto a Chaplin -sobre todo en los divertidos tejanos lavados a lo bombacho- como al expresionismo alemán y a una estética entre androide, futurista y ultrafemenina estilo Metropolis o Blade Runner. Muy onírica, al tiempo que oscura, gótica y con giros futuristas.Se vieron volúmenes exorbitantes y un impresionante trabajo de patchwork, pliegues y fruncidos, a base de seda y algodón. Muy parisina, excéntrica e individualista, para no pasar desapercibida entre el numeroso público profesional que congrego en el Carrousel du Louvre.
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