A. C. RUBIO
SEVILLA.-
Si en tres años no había tocado una sola coma de su tradicional sistema (4-3-3), en los tres últimos días Frank Rijkaard lo ha removido de arriba a abajo. El técnico holandés del Barcelona no está dispuesto a que se le siga acusando de ser poco ducho con la pizarra, así que el miércoles ante el Zaragoza, y ayer ante el Sevilla, optó por esquemas del todo sorprendentes con suerte dispar. Sólo resta saber si Rijkaard seguirá apostando por el factor sorpresa en el trascendental partido del próximo martes en Anfield ante el Liverpool, encuentro en el que deberá marcar como mínimo dos goles y llevarse la victoria para seguir vivo en Europa.
En el encuentro copero ante el Zaragoza, Rijkaard optó por el ultraofensivo 3-4-3 que utilizaba Johan Cruyff en el Dream Team, y le salió bien. Ayer ante el Sevilla, mucho más cauto, el holandés decidió por primera vez en su carrera como entrenador del Barça formar con un 5-3-2, que sólo funcionó hasta que el Sevilla se quedó con diez hombres por expulsión de Aitor Ocio. Ya en la segunda parte y con la obligación de ir a por el encuentro, el Barça recuperó con poco éxito el 4-3-3.
El plan de ayer consistía en reforzar las bandas ante la peligrosidad de los Alves, Adriano o Navas. Y en el primer acto, los azulgrana aguantaron las acometidas a la perfección. Márquez, al que Kerzhakov volvió a dejar en evidencia en el primer gol del Sevilla, actuó como líbero. Puyol y Oleguer fueron los marcadores, mientras que Zambrotta y Gio se adueñaron de los carriles. Precisamente, una rápida incursión de Zambrotta hasta la línea de fondo tras pase de Oleguer propició el primer gol barcelonista. El penalti errado por Ronaldinho, unida a la expulsión de Ocio, volteó el triunfal panorama.
«Empezamos muy bien, y dominamos hasta la jugada del penalti», explicó Rijkaard, que aseguró que el nuevo cambio de sistema había funcionado hasta la perfección durante el primer tramo del encuentro. Así lo entendió también Oleguer: «Tantos cambios no nos desconciertan. Sólo es una cuestión de automatizar movimientos».Para los azulgrana, la clave fue no ajusticiar a un rival herido de muerte. «Nos ha faltado ir a por el partido», confesaba con resignación Iniesta.
Si algo ha conseguido Rijkaard con tanto cambio táctico es desconcertar a sus rivales, algo del todo inédito hasta esta semana. Los futbolistas del Barcelona se habían venido quejando con la boca pequeña en los últimos tiempos de que los equipos les conocían de memoria.Que sus puntos débiles estaban al descubierto. La gota que colmó el vaso fueron las últimas victorias del Valencia y el Liverpool, que supieron replegarse con orden para matar al Barça al contragolpe.
Precisamente el técnico de los reds, Rafa Benítez, tendrá trabajo extra para preparar el choque ante el Barcelona. Por muchos vídeos que estudie, esta vez le será prácticamente imposible acertar la apuesta de Rijkaard.
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