LUIS OZ
Los medios de comunicación y los periodistas que los hacemos somos, a la vez, actores, instrumentos, emisores, mensajes, receptores, armas de paz y de guerra, filtros, codificadores, espejos, carteros, asesores, educadores, fiscales, defensores, jueces, espías, propagandistas blancos, negros o grises, víctimas y verdugos, creadores y destructores, combatientes y espectadores, legitimadores y deslegitimadotes, compradores y vendedores, faros de alerta y torres de control.
La función que ejercemos depende de la honestidad, formación, independencia y criterio de cada medio y de cada profesional en cada momento. La excarcelación de De Juana Chaos ha puesto a prueba esta semana lo mejor y lo peor de cada uno. Resumiendo una historia muy densa, creo que los medios tampoco hemos tenido un comportamiento ejemplar.
Cada uno desde su mirador particular, ha echado su cuota parte de gasolina al fuego sin ofrecer opciones mejores entre el De Juana mártir y el De Juana héroe. Pocos, muy pocos, han puesto en la balanza las mentiras, excusas pobres (legalidad, humanitarismo ) y contradicciones del Gobierno, y la torpeza, falta de inteligencia y ceguera de toro miura en la respuesta de la oposición.
En el formato de tertulias dominante hoy en la radio, las voces más moderadas o sensatas son difuminadas fácilmente por los demagogos de palabra fácil, con vocación de vendedores de tómbola, con perdón de los tomboleros, que pueblan las ondas. Supongo que es inevitable, pero es una pena.
En 59 segundos (TVE-1), por más que se empeñen en llamarlo periodismo, sólo se pueden hacer titulares. Ningún problema complejo, con más de dos o tres causas, se puede tratar seriamente en ese formato.Si hay seis causas, cuando llegas a la segunda se te ha acabado el tiempo.
El colmo es vendernos ahora como un adelanto democrático que 100 ciudadanos buenos entrevisten a los dirigentes en la televisión pública. Si esto es un aperitivo de la nueva era de RTVE, vamos mal. ¿Sobran los periodistas? ¿Son más fáciles de manipular los ciudadanos? Supongo que la explicación es más sencilla: no se busca la verdad, razón de ser del buen periodismo, sino el espectáculo.
Escuchando el jueves al mago actual de la comunicación en Moncloa, el manchego Fernando Moraleda, comprendí. «Las fronteras entre información y opinión, entre relaciones públicas y publicidad, entre ficción y realidad se han diluido», dijo. «Cuanto más se habla, menos valor tiene la palabra». Por eso Zapatero deja que hable Rubalcaba.
Frente a la vieja comunicación, la de Aznar por supuesto, Moraleda ve en la de Zapatero, es decir la suya, un modelo de humildad, renuncia al autobombo, capacidad para reconocer errores, transparencia y respeto del adversario. Una de dos: o Moraleda viene de otro planeta o cada vez que abren la boca sus jefes se pone tapones en los oídos.
|