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 CRONICA
RELIGION / HOLLYWOOD «ENCUENTRA» LOS HUESOS
JESUS, MAGDALENA Y EL HIJO
JAVIER SIERRA

La noche del pasado 25 de diciembre, la joven cadena de televisión Cuatro vivió su particular milagro de Navidad. En una apuesta de alto riesgo mediático, mientras la feroz competencia emitía sus previsibles galas, a Iker Jiménez -el nuevo experto en «imposibles» de la pequeña pantalla- le encargaban que arropase un documental de 90 minutos sobre los enigmas del Éxodo. Cuatro había adquirido los derechos de antena de la penúltima superproducción de James Cameron: un vídeo en el que trataba de demostrar que la Biblia es todo un libro de Historia, casi una crónica periodística, y en el que la salida del pueblo judío de Egipto, las 10 plagas y hasta el paso del Mar Muerto tuvieron lugar exactamente tal y como está descrito en el texto sagrado.

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Aquella aventura de tres millones y medio de dólares capitaneada por el director de Titanic y Terminator fue el preámbulo perfecto al escándalo religioso de esta semana: el anuncio de un segundo documental, que se emite hoy en el canal Discovery de EEUU, y en el que en cuestión de horas se mostrarán al mundo las tumbas de Jesús de Nazaret, su mujer, su hijo, su madre y hasta de uno de los Evangelistas. O, para ser más exactos, el de sus seis osarios vacíos, descubiertos en realidad en 1980 durante las obras de unos apartamentos en la barriada de Talpiot, a las afueras de Jerusalén.

Recuerdo que Iker me invitó a aquel primer especial de Cuarto Milenio, que duró 240 minutos y que fue visto por más de dos millones de personas, después de enviarme el primer reportaje de Cameron a casa. En una nota me advertía: «Siéntate a verlo con calma. Te sorprenderá».

Tenía razón.

El Éxodo descifrado pronto se reveló como un alarde de efectos especiales y malabarismos cronológicos en el que el cineasta canadiense de origen judío Simcha Jacobovici, amigo y socio de Cameron, se esforzaba por casar la erupción de la isla Santorini, el reinado del faraón Ahmose I y la llegada de los Hicsos con la huida de Moisés y el pueblo elegido hacia Israel. Según él, todo sucedió en el 1500 a.C. En la Biblia, sin embargo, no se dan ni fechas ni, por supuesto, el nombre del faraón que persiguió al «pueblo elegido».

La empresa de estos dos hombres dio buenos resultados. Tantos que el pasado lunes, en Nueva York, ambos anunciaban que El Éxodo descifrado iba a tener una secuela: La tumba perdida de Cristo.Y no sólo eso, sino que la fecha elegida para su estreno mundial iba a ser hoy domingo, a un mes casi exacto de la Semana Santa cristiana.

Desde hace algunos años, es tradición que las televisiones anglosajonas nos sirvan escándalos semejantes para compartir con nuestras procesiones. ¿Recuerdan el descubrimiento del Evangelio de Judas, en abril del año pasado? ¿O la reconstrucción del rostro de Jesús recreada por un ordenador de la BBC en la Semana Santa de hace seis? ¿Y qué decir del hallazgo de una urna funeraria atribuida a «Santiago, hijo de José, hermano de Jesús», a pocas jornadas de la nochebuena de 2002? Pues bien: todas esas polémicas, como de costumbre, amenazan con quedarse cortas al calor de lo que Jacobovici y Cameron han preparado para esta ocasión. Aunque prepárense: pese a que casi nadie lo recuerda, las tesis y pruebas en las que apoyan su nuevo documental, de cuatro millones de dólares de presupuesto, distan mucho de ser nuevas.

Hace 11 años, en la tarde del domingo de Pascua de 1996, la primera cadena de la televisión pública británica ya aireó un programa basado en esas mismas evidencias. En aquella ocasión, Chris Mann, productor del espacio religioso de la televisión pública británica Heart of the Matter (algo así como El quid de la cuestión), descubrió en un almacén de objetos arqueológicos en Bet Shemesh unos osarios con inscripciones sorprendentes: uno decía, en hebreo, «Yeshua ben Josef» (Jesús, hijo de José), otro María, Mateo, «Yehuda ben Yeshua» (Judá, hijo de Jesús) y un último, con un texto escrito en griego, reza «Marianne e mara», algo que no pocos expertos han interpretado como «María Magdalena». Son, claro, los mismos que hoy mostrará Cameron.

Al darse cuenta de quiénes fueron los «inquilinos» de aquella colección de cajas de pequeño tamaño, Mann declaró: «En ese momento sentí como si, uno a uno, descubriera que poseía los números ganadores de la lotería primitiva». Y aunque en su película, que tituló The Body in Question, no entraba en especulaciones «a lo Código da Vinci» sobre si esas piezas demostraban el matrimonio entre Jesús y la Magdalena, sí dejó entrever que, de confirmarse su vinculación a la Sagrada Familia, quedaría severamente dañado el dogma básico del cristianismo: el de la resurrección de Cristo y, sobre todo, el de su posterior ascensión en cuerpo y alma a los cielos.

HUESOS DESTRUIDOS

El ruido generado por aquellas cajas de piedra fue más que notable en 1996. En Londres, The Sunday Times dedicó grandes titulares al asunto en su edición del 31 de marzo, poniendo especial énfasis en las escasas probabilidades de que unos osarios con esos nombres descansaran accidentalmente juntos en un mismo lugar. Algunos expertos entrevistados entonces, como Amos Kloner, de la Universidad Bar-Ilan de Tel Aviv, advirtieron, sin embargo, que esos nombres eran muy comunes en el siglo I, y que resultaría muy difícil llegar a conclusiones definitivas en ausencia de los huesos que contuvieron, ya que fueron «purificados» (destruidos, vaya) poco antes de la entrada del siglo II. Kloner, además, trabajó durante años en el lugar del descubrimiento y contó algo que ni Cameron ni Jacobovici, ni tampoco Chris Mann en su día, reflejaron en sus documentales: que en el almacén de antigüedades de Bet Shemesh existe al menos otro osario con la inscripción «Yeshua ben Josef».No estamos, por tanto, ante algo tan especial como se nos quiere hacer creer.

Les hago una predicción: al documental de Cameron le espera la misma suerte que al de Mann; que a falta de evidencias sólidas, terminará olvidándose tal vez hasta que otra televisión rescate la curiosa historieta de los osarios en la Semana Santa del 2016.Aún así, espero que Iker Jiménez me envíe lo antes posible este nuevo capítulo de la búsqueda de restos físicos de Jesús. Esos esfuerzos me entusiasman. ¡Con lo sencillo que sería creer o no creer!

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