I. ECHEVARRIA
El derecho a decidir. Lleva 10 años conectada a un respirador mecánico. El aire que le llega a los pulmones nace de una máquina involuntaria. Sufre distrofia muscular. Pide que la desenchufen, pide morir dignamente. Ninguna fe, creencia o superstición debe prolongar la angustia de quien es capaz, en pleno uso de razón, de decidir por su vida. Un equipo médico del Hospital San Rafael, en Granada, la atenderá hasta la muerte. No hay heroísmo en la convicción, sino la necesidad de un alivio que la enfermedad le niega.
La victoria. Lograr que la dignidad se imponga a los recelos éticos de quienes no son Inmaculada Echevarría, 10 años sufriendo como único horizonte la ventana de un cuarto que no puede cerrar.
HEATHER MILLS
La codicia vestida de rubio. Se colgó del brazo de McCartney y tomó luz, maneras de Lady, modales de rica que se estrena en el club. La cosa duró cuarto de hora, más o menos, y en estos días la ambición ha tomado su forma cierta. El desengaño de un Beatle se cifra en una barricada de billetes como para empapelar Abbey Road. La dama quiere blindarse el escote con una cascada de euros. Dicen que le pueden caer unos 170 millones, lo justo para olvidar. La memoria también se blanquea contrarrembolso.Se va a vengar en plan Mira quién baila, con un fox-trot despechado. Aquí somos muy de los Beatles, qué le vamos a hacer, «Oh, girl, girl..?».
La derrota. Porque el asunto suena a braguetazo. Sin perdón./ A. LUCAS
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