CARLOS E. CARBAJOSA
MADRID.-
«Se trata de un valor seguro, un jugador de los que hacen equipo, que sacrifica su lucimiento personal en beneficio del resto. Es uno de esos jugadores que todos aprecian y valoran.A veces se pone tanto énfasis en la descripción de estos jugadores que parece que sólo tienen fuerza. No es el caso; a su potencia, une además una gran calidad técnica, un gran manejo del balón y un potente disparo. En definitiva, se trata de un jugador integral que desde el punto de vista de esta directiva va a ser clave en el equipo campeón que estamos formando. Estoy convencido de que la afición, que siempre ha sabido valorar convenientemente a este tipo de jugadores, sabrá reconocer su talento y darle el aplauso que se merece». De todo lo que Ramón Calderón dijo el 28 de julio en su discurso de presentación de Emerson, sólo acertó en una cosa: eso de que se trataba de un futbolista que sacrifica su lucimiento en beneficio del equipo. Es tal su capacidad de sacrificio que ayer, en beneficio del Real Madrid, dejó su sitio para que otro compañero lo ocupe esta tarde en el duelo con el Getafe. Capello le excusó y habló de una periastitis, pero no coló. Emerson no quiere asomar la nariz en el Bernabéu.Lo de este brasileño sí que es miedo escénico.
Puede que Calderón y Capello quieran llamar a esto compañerismo extremo o capacidad máxima de sacrificio, pero la afición del Bernabéu no es de las que se tragan cualquier cosa. El asunto es que el centrocampista y el técnico firmaron ayer un nuevo acuerdo (y ya van tres) sin notario de por medio. El primero se produjo en el partido frente el Zaragoza; entonces, el centrocampista le echó una mano a su entrenador. Pese a estar lesionado aceptó formar parte de la convocatoria para que Capello pudiera completar la lista y librarse de tirar de Ronaldo, Cassano o Beckham (por entonces, el inglés estaba desterrado). El segundo pacto sucedió frente al Bayern, y ahí Capello le devolvió el favor, al aceptar la petición que le hizo el jugador de ni siquiera salir a calentar en el Bernabéu con tal de que los aficionados no le pudieran ver. De jugar ni hablamos, claro. En los tensos instantes finales del partido, Capello olvidó el trato y patinó cuando pidió sin éxito a Emerson que entrara al campo.
El Real Madrid de ahora mismo proyecta muchas realidades y hay muchas que son lamentables. Una de ellas es que Emerson ha demostrado ser muy poquito, tan poquito como antes de venir al Madrid. Otra cosa es por qué se le fichó. La mayoría de la afición no lo entendió entonces.
Si ese poquito se queda en la mitad (sólo parece estar dispuesto a jugar los encuentros de fuera de casa, al menos hasta que no disminuya su popularidad -lo tiene difícil-), habrá que convenir que el Madrid tiene dos asuntos: 1) Un serio problema de orden interno. Y 2) Un futbolista con dos años más de contrato y con una ficha de seis millones por temporada.
Escrito todo esto, es importante no olvidar el beneficio puramente futbolístico que supone la ausencia de Emerson, una cuestión que Capello debería tener también en cuenta para los partidos de fuera de casa. De momento, no estará frente al ejemplar Getafe, que con cuatro duros y un entrenador con buenas ideas quiere dar la nota.
Ante la baja de Raúl, la novedad podría ser la titularidad de Antonio Cassano. La última vez fue hace 19 partidos, precisamente en Getafe. Entonces jugó los primeros 45 minutos. Todos lo hicieron horrible, pero él cayó en desgracia. Después montó un follón con Capello y fue apartado. El pasado sábado reapareció, en el Calderón, y pensó por todos.
Real Madrid: Casillas; Míchel, Ramos, Helguera, Torres; Gago, Beckham; Reyes, Robinho; Cassano e Higuaín.
Getafe: Abbondanzieri; Contra, Pulido, Tena, Paredes; Cotelo, Casquero, Celestini, Nacho; Albín y Güiza.
Arbitro: Teixeira Vitienes.
S. Bernabéu: 19.00 h. (PPV).
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