Europa golpea, España acaricia. La firmeza que está mostrando la UEFA para sancionar los actos violentos y xenófobos en los estadios contrasta con la laxitud que siguen empleando las autoridades en nuestro país. El último ejemplo, el cierre por tres partidos del campo del Betis por los incidentes ocurridos en el último derbi (que acabó con el entrenador Juande Ramos inconsciente por un botellazo), ha motivado incluso la crítica del organismo que dirige el fútbol europeo, que considera insuficiente la sanción.
«Hay que ser activos y luchar con todos los medios contra la violencia. Este problema sólo se resolverá si trabajan conjuntamente clubes, jugadores, federaciones y autoridades», señaló el secretario general de la UEFA, Gianni Infantino, que comparó la sentencia del comité de Competición de la Federación Española con la severa resolución que tomó el organismo europeo recientemente contra el Feyenoord.
El equipo holandés fue expulsado de la presente edición de la Copa de la UEFA tras los incidentes, en el partido con el Nancy, que protagonizaron sus hinchas en la grada, especialmente el lanzamiento de bengalas y otros objetos. Ninguno hirió a nadie, pero se consideró que la mala puntería era lo de menos.
La Comisión de Disciplina impuso primero una multa económica y un apercibimiento de cierre de dos partidos si se repetían los incidentes. Pero el comité de Apelación lo creyó insuficiente y expulsó al equipo holandés (el Tottenham, su rival, pasó directamente a octavos de final). La sanción prolongó la línea dura marcada por la UEFA, convencida de trasladar del papel a los hechos la tolerancia cero tan cacareada desde el resto de instituciones, deportivas o políticas.
El organismo europeo se ha mostrado inflexible en los últimos tiempos con los inductores a la violencia. Ya fueran clubes, como el Inter, al que le cerraron el campo durante seis partidos por el lanzamiento de bengalas en un derbi con el Milan (cuyo portero resultó alcanzado); o jugadores, como bien recordarán en Valencia, con los siete encuentros de suspensión que le cayeron a Angulo por su salivazo al alemán Borowski. Ayer mismo, por cierto, tuvo que ser suspendido durante media hora el partido de la Liga francesa entre el Saint Etienne y el Olympique de Lyón. Los hinchas locales tiraron bengalas hacia los rivales, y la policía intervino lanzando gases lacrimógenos que cayeron al campo. Varios jugadores resultaron afectados y el árbitro detuvo el encuentro, que volvió a reanudarse después, con la cosa más calmada.
Igual que Zrenjanin, una ciudad al norte de Serbia donde se jugaba, también ayer por la tarde, el partido de Liga entre el Estrella Roja y el Banat. Dos policías resultaron heridos seriamente mientras tres policías más y 10 hinchas acabaron lesionados levemente, según un comunicado policial. En total, 15 heridos en unos incidentes producidos cuando un grupo de hinchas del Estrella Roja intentó entrar sin billetes en el estadio, por los que el partido estuvo interrumpido durante 10 minutos.
Algunos piensan que la UEFA se pasa. Pero en lo que coincide casi todo el mundo es en que la Federación Española no llega.En el Sevilla se muerden la lengua, pero recuerdan que hace cinco años les cerraron cuatro partidos el campo después de que varios ultras agredieran a un guardia de seguridad. Juande Ramos, especialmente, está que trina. «Es que ni con un muerto va a pasar nada», le ha dicho el entrenador a sus cercanos.
Los únicos que consideran excesiva la sanción del derbi son el Betis y unos cuantos políticos con ganas de recoger votos. El alcalde de Sevilla, el socialista Sánchez Monteseirín, cree que «esto pasa en muchas ciudades» y el otro candidato en las elecciones del cercano mayo, el popular Ignacio Zoido, considera que «no se puede tolerar ninguna discriminación ni medida ejemplarizante con el Betis». Mientras, la Policía sigue interrogando a testigos para tratar de dar con el agresor de Juande.