FRANCISCO LOPEZ SEIVANE / Especial para EL MUNDO
TALLIN.-
Aunque en las elecciones parlamentarias que están teniendo lugar hoy en Estonia los ciudadanos que lo deseen podrán votar por primera vez en la historia de las democracias desde sus casas a través de internet, no se percibe ninguna euforia especial en las calles de Tallin.
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Las últimas elecciones locales ya supusieron una suerte de ensayo general en las que el 2% de los votantes optó por participar cómodamente desde su ordenador. Se espera que ese modesto porcentaje de cibervotantes se vea ampliamente superado, de hecho hasta ayer más de 30.000 personas ya lo habían hecho. Todo lo que se necesita es un aparatito conectado al ordenador que se puede adquirir en cualquier parte por menos de seis euros. En ese lector se introduce el documento de identidad que contiene un chip semejante al de las tarjetas de crédito con la firma digital y los datos personales de cada ciudadano. Luego hay que seleccionar el nombre del candidato elegido a la Riigikogu (Parlamento) y teclear enter.
Estonia es uno de los países más pequeños de la Unión Europea.Hace 16 años aún era una república de la difunta Unión Soviética.¿Qué ha ocurrido para haber accedido en tan poco tiempo a la vanguardia de la tecnología mundial? El asunto parece que tiene que ver más con la voluntad y el deseo de los estonios de tecnologizarse que con cualquier capacidad especial que pudieran poseer para ello. En buena medida, su pequeño tamaño -no llegan al millón y medio de habitantes- ha facilitado mucho las cosas. También ha influido que sus poderosos vecinos, tecnológicamente hablando, Finlandia y Suecia, hayan visto en Estonia -un diminuto país virgen que venía de la nada, pero con un notable nivel de formación- un excelente campo de pruebas para la implantación de una tecnología global. Pero, sobre todo, aquí se percibe una atracción especial por la innovación. Estonia ya fue la primera ex república soviética en adoptar su propia moneda y en introducir la tarifa plana en su sistema impositivo (un 22% que se va reduciendo cada año), algo que ha sido imitado después por numerosos países del Este de Europa.
Hoy, cualquier estonio puede consultar a través del móvil las notas de sus hijos o los comentarios de los profesores. También se puede pagar del mismo modo el estacionamiento del coche o el billete del autobús. Para entender el nivel tecnológico y cultural de Estonia baste decir que en cualquier lugar hay conexiones gratuitas de wifi, más del 80% de los contribuyentes hace sus declaraciones por internet y más del 90% lee el periódico todos los días, mayormente en versión digital.
Gobierno de coalición
El Gobierno -centrista de coalición, que probablemente ganará los comicios- ha entrado con decisión en el juego: No sólo ha establecido cursos gratuitos de dos días -seguidos ya por más de 100.000 ciudadanos- para que cuantos lo deseen puedan aprender a utilizar el ordenador, sino que se autodenomina e-gobierno, una forma de dar a entender que está totalmente volcado en el proceso de tecnologizar el país. En Presidencia ya no se utiliza el papel. Los consejos de ministros apenas duran 30 minutos.Toda la información sobre lo que se va a discutir se pasa previamente por internet a cada ministro, que llega con las ideas claras y su postura tomada. Los acuerdos se plasman de inmediato en la Red, de tal manera que cualquiera puede tener acceso a ellos desde cualquier parte del mundo en tiempo real. La rueda de prensa subsiguiente se hace ante cámaras web que la retransmiten en directo por internet...
Paradójicamente, Estonia es también el bebedero de Escandinavia.Lo que era la Cuba de Batista para los estadounidenses es ahora Tallin para suecos, finlandeses e, incluso, ingleses que llegan cada fin de semana para vivir y beber sin freno. Los introvertidos estonios, mientras, a lo suyo: hacer caja y seguir enganchados al ordenador.
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