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 CIENCIA
ARTHUR C. CLARKE / Inventor y novelista de ciencia ficción
«La colonización espacial es el próximo paso lógico de la evolución humana»
A sus casi 90 años, el creador de los satélites de telecomunicaciones y autor de '2001: Una odisea en el espacio' sigue dedicándose a escribir ensayos y novelas que imaginan cómo será el futuro de la Humanidad. En esta insólita entrevista, Clarke presenta su visión de la exploración del espacio, la informática y la inteligencia artificial
GIORGIO RIVIECCIO / Corriere della Sera / EL MUNDO

Sir Arthur C. Clarke, inglés del Somerset, 90 años el próximo mes de diciembre, vive desde 1956 en Colombo, la capital de Sri Lanka, donde sigue escribiendo bellísimos ensayos y novelas de ciencia ficción. Fue de los primeros del mundo en utilizar un ordenador para escribir y el correo electrónico para comunicarse con el resto de la Tierra, gracias a los satélites artificiales nacidos de una idea suya. Para comunicarse con otros mundos y con las personas que los habitarán dentro de decenas, centenares o miles de años, utiliza sus novelas. Sobre todo, 2001: Odisea del espacio y las sucesivas entregas de la saga.

Clarke es universalmente famoso por tres motivos: 1) fue el inventor, en 1945, de la famosa Orbita de Clarke, que hizo posible los satélites para las telecomunicaciones; 2) proyectó el ascensor espacial, con el que, en un futuro, los cohetes podrán despegar desde la órbita terrestre y no desde el suelo de nuestro planeta; 3) es el autor de 2001, la película más visionaria, más bella, más compleja y más metafísica dedicada a la evolución de la Humanidad, a su pasado y a su futuro, tanto inmediato como lejanísimo.

Pregunta.- Hoy en día, por medio de la ciencia y de la tecnología podemos dirigir la evolución de las especies terrestres, incluida la nuestra. ¿Se puede considerar esto todavía un recorrido natural, dado que la ciencia es también un producto de la evolución de la especie humana?

Respuesta.- La colonización del espacio es el próximo paso lógico en nuestra evolución como especie. Es el gran paso sucesivo al que condujo a nuestros antepasados, cuando eran peces, a salir del mar y asentarse en tierra firme. Imagine un pez tradicionalista que, hace 1.000 millones de años, decía a sus parientes anfibios: «la vida sobre tierra firme no tiene nada que ver con la marina.Nosotros estamos bien aquí donde estamos». Eso fue lo que hicieron los peces y siguen siendo peces. Nuestros descendientes, que vivirán en la Luna o en Marte, ciertamente visitarán la Tierra de vez en cuando, con sus trajes especiales para soportar la tremenda gravedad de la tierra y sus máscaras antigás para filtrar los innmuerables malos olores que nuestro planeta aprendió a generar durante su larga historia de millones de años. Pero no creo que quieran vivir en la Tierra permanentemente.

P.- ¿Qué le parecería más excitante, encontrar una civilización alienígena o la evidencia de que, en todo el cosmos, no hay otras formas de vida, dejando así únicamente a los terrícolas el papel de «centinelas del espacio»?

R.- Comparto la teoría del astrofísico Carl Sagan: «O estamos o no estamos solos en el universo. En ambos casos, nuestra mente permanece confusa». Personalmente, no tengo duda alguna de que el universo bulle de vida. Una de mis esperanzas secretas es encontrar un signo, cualquier signo, de alienígenas durante mi vida. Preferiría un signo de vida inteligente, pero me apuntaría asimismo a un signo de vida bacteriana. Por otra parte, también es posible que una civilización inteligente haya decidido evitar cualquier contacto con nosotros, dadas las desesperadas condiciones a las que hemos condenado a nuestro mundo. ¡A lo mejor, los terrestres fuimos colocados en una especie de cuarentena galáctica»!

P.- ¿Piensa realmente que, al final de su camino, la Humanidad va a transformarse en pura energía, como sucede en 2001?

R.- Transformarse en pura energía es una forma de sustraerse a la tiranía de la materia y, por eso, no me cuesta nada imaginar a seres realmente avanzados que sopesen los pros y los contras de su transformación en energía. Es evidente que, si deciden hacerlo, ya no gozarán de algunos placeres del mundo material, ¿pero qué importa eso cuando todo se convierte en un estado mental?

P.- Tras la radio, los satélites y los teléfonos móviles, ¿cuál podrá ser el próximo paso en las telecomunicaciones?

R.- Creo mucho en los sistemas de reconocimiento vocal para el ordenador y demás dispositivos, incluso por su valor social, porque podrían ser utilizados incluso por los analfabetos. Sin embargo, hoy en día todavía hay dificultades para conseguirlo.Funcionan bien, si una persona está sola, pero piense en el caos de una oficina, en la que todos hablen a la vez a las máquinas.Además, el software deberá resolver el problema de la enorme diferencia de acentos con los que se habla una misma lengua.

P.- ¿Piensa realmente que, tal y como prevé en 3001: la Odisea final, en un futuro seremos capaces de transmitir o descargar directamente informaciones en nuestro cerebro conectándolo con un dispositivo externo?

R.- Sí. El objetivo último de los dispositivos input-output será la posibilidad de utilizar todos los sentidos del organismo humano y enviar señales directamente al cerebro. La manera de hacer eso con exactitud se lo dejo a los biotecnólogos. Por mi parte, en 3001 describí el braincap (un casquete para colocar en la cabeza e interactuar entre el cerebro y el ordenador). La popularización del dispositivo podrá retrasarse por el hecho de que ponérselo exigirá raparse el pelo al cero. De ahí que, dentro de unas décadas, la fabricación de pelucas se convertirá en un gran negocio.

P.- Cuando salió 2001, sin embargo, el ordenador HAL (que al final se adueña de la nave y mata a todos los astronautas excepto al protagonista Bowman, que consigue vencerlo tras una dura batalla psicotecnológica) se convierte en el símbolo de la máquina que supera al hombre y domina la Tierra. Este temor, muy difundido entonces, parece haber desaparecido hoy en día. ¿Por qué?

R.- Tenemos que darles las gracias por esto a personas como Steve Jobs y Bill Gates. Desde que los ordenadores se convirtieron en máquinas fáciles de usar y más accesibles, desaparecieron todos los temores de ese tipo.

P.- ¿La información electrónica terminará por matar a la prensa?

R.- No lo creo. La desaparición de la prensa se predecía ya con la llegada de la radio y de la televisión, pero cada uno de los nuevos medios de comunicación encontró su puesto y nosotros mismos tampoco hemos tirado nuestros libros. Este medio antiguo sigue teniendo, de hecho, un espacio en medio de los sitios web, los videojuegos, los mensajes y otras tentaciones. La lectura de un libro será siempre algo insustituible. Eso sí, la industria editorial tendrá que buscar nuevas vías, pero no creo que la prensa vaya a desaparecer.

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