JACOBO GARCIA / Especial para EL MUNDO
MÉXICO DF.-
Convertida desde hace años en la meca del turismo, la Riviera Maya es también desde hace algún tiempo uno de los puntos de referencia de la espeleología mundial, que ha encontrado en sus misteriosos cenotes una fuente de datos sobre culturas extinguidas y alteraciones geológicas. Lo que fueron enormes depósitos de agua a cielo abierto, escenario de algunas de las más importantes ceremonias y sacrificios mayas, es hoy uno de los atractivos turísticos más importantes de Yucatán. Pero escondido a los ojos de la multitud que cada día se baña en los miles de cenotes que horadan la península mexicana, transcurre el río subterráneo más grande del mundo y al que las autoridades han decidido llamar Sac Actún (cueva blanca, en lengua indígena), de acuerdo al descubrimiento de un par de intrépidos buzos.
El alemán Robbie Schmittner, y el ingés Steve Boagarts recorrieron muchos kilómetros bajo tierra hasta demostrar que lo que históricamente se pensó que eran dos canales de agua diferentes -el Sac Actún y el Nohoch Nah Chich (gran casa de las aves)- son en realidad uno sólo, con una extensión de casi 154 kilómetros.
El río discurre en las inmediaciones de las zonas arqueológicas de Tulum y Cobá, dos de las ciudades mayas más impresionantes y mejor conservadas de las que se conocen en México. Además del serpenteante cauce que discurre bajo el suelo, el Sac Actún tiene 111 cenotes, de los que durante muchos años se han nutrido antropólogos e historiadores para explicar las culturas mesoamericanas que ocuparon el lugar hasta la llegada de los españoles. Junto a lo que hoy es otro de los ríos subterráneos más largos del planeta, Dos Ojos, apareció hace algunos años «el cuerpo humano más antiguo de América, además de fósiles y restos animales de hace más de 10.000 años», según Sam Meacham, director del Centro Investigador del Sistema Acuífero de Quintana Roo.
A lo largo de los tres estados que conforman la península (Quintana Roo, Yucatán y Campeche), es fácil para cualquier turista sumergirse, por algo más de un euro, en el impresionante paisaje que se abre en los 7.000 pozos de agua color turquesa repartidos por toda la región y donde la selva y el agua se funden a una profundidad de más de 30 metros.
El descubrimiento del nuevo río aumenta el interés por un enigma poco explorado pero que atrae cada año nuevos curiosos y al que esta íntimamente ligada la cultura maya. A lo largo de la península, no hay ningún río que transcurra por la superficie. Bajo tierra, sin embargo, discurren tres de los nueve ríos subterráneos más grandes del mundo descubiertos hasta el momento. Muchos de sus afluentes mezclan en su cauce agua dulce y salada hasta desembocar en el mar Caribe.
El hallazgo ha permitido poner el acento en el problema del agua en la zona de la Riviera Maya, acosada por la voracidad urbanística que vive la región y la consiguiente sobreexplotación del agua que circula bajo tierra y que da de beber al 100% de la población.En un hecho casi revolucionario, por primera vez, las autoridades de Playa del Carmen comienzan a considerar los ríos subterráneos en el proceso de planificación para la construcción de obras.
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