REAL MADRID 1
GETAFE 1
SANTIAGO BERNABÉU. LLENO.
Casillas Torres Ramos Helguera Roberto Carlos Beckham Gago Robinho Higuaín Reyes Van Nistelrooy Cambios: De la Red por Reyes (min. 35)
Cassano por Beckham (min. 69) Marcelo por Higuaín (min. 87) s.c.
Abbondanzieri Contra Pulido Tena Paredes Mario Cotelo Casquero Celestini Nacho Albín Güiza Cambios: Alberto por Albín (min. 73)
Redondo por Mario Cotelo (min. 73) Pachón por Güiza (min. 81) s.c.
Arbitro: Teixeira Vitienes
Tarjetas amarillas: Roberto Carlos, Gago, Beckham, Cotelo, Tena, Cassano, Paredes.
Tarjetas rojas: No hubo.
Goles: 0-1: Güiza (min. 37). 1-1: Van Nistelrooy, de penalti (min. 44).
MADRID.- Sí, es correcto. Cassano fue víctima de un claro penalti que podría haber servido para que el Madrid le ganara al Getafe, un equipo que, por presupuesto, historia y algunas cosas más, debería perder siempre por cuatro goles de diferencia cada vez que jugara en el Bernabéu. El árbitro se equivocó y hasta amonestó al jugador italiano, pero por ahí no tiene que buscar excusas ese presunto aspirante al título de Liga que, semana tras semana, dinamita la historia, indigna a los puristas, enfada a los tibios y mosquea a los forofos incondicionales. Pasan las semanas, fallan sus rivales, pero ese bodrio fabricado por Ramón Calderón tras escuchar a Pedja Mijatovic y Fabio Capello continúa lanzado y sin frenos hacia la miseria más absoluta.
Lo peor de esta cruda historia blanca es que el de ayer ante el Getafe no fue el peor partido de la temporada. Ni de lejos.Se han vivido engendros mucho peores en los que ni siquiera se divisaba el color del jersey del portero rival. Esta vez hubo voluntad, espíritu de sacrificio, todas esas cosas de los clubes modestos que vienen bien cuando el rival es técnica y tácticamente superior.
Es más, se asomaron algunas individualidades que deberían salvarse cuando la tierra quemada por todos los jerarcas de esta triste etapa ceda el paso a momentos más alegres y lujosos. Robinho, vXolcado en el costado izquierdo, fue un incordio constante, el único madridista que provocó dolores de cabeza al lateral rival, Contra, y a Schuster. Hasta el punto de que el técnico alemán estuvo rápido cuando atisbó el peligro y refrescó la banda afectada con la entrada de Redondo y la marcha de Mario Cotelo, por cierto un magnífico pelotero que firmó el pase del gol a Güiza. El técnico alemán, ese que ahora quieren los mismos periodistas y madridistas que le criticarán por inexperto cuando pierda dos partidos, demostró reflejos en los malos momentos, y, lo que es mas importante, grandeza de miras cuando tuvo que plantear el partido. Su equipo juega muy bien al fútbol y merece todo lo bueno que le está pasando, incluido el punto que arrancó ayer en el Santiago Bernabéu.
La locura y la distorsión del fútbol llevan a situaciones como la vivida ayer en el Bernabéu. El Getafe jugó como si fuera el Madrid. Y el Madrid como si fuera el Getafe. El modesto no dio un solo pelotazo, sacó el balón limpio, bien jugado, con respeto.Muchos seguidores madridistas lo reconocieron. Ojalá su equipo jugara así. Porque lo que hace este Real es largar pelotazos y tirar de voluntad. Así jugaba el Getafe cuando estaba en Segunda División. Y así sufren los buenos futbolistas que aún quedan en el Bernabéu después de la razzia de Capello. Cuesta trabajo mantener un prestigio. Y ayer, al margen de Robinho, lo mantuvo gente como Beckham, que tiró del carro cuando arrancó desde el centro del campo, cuando se tiró a su banda natural, cuando lanzó un fenomenal disparo al palo y hasta cuando se lesionó por la causa.
Pero esos ramalazos individuales de un Madrid menos lamentable que otras veces, no tienen nada que ver con el estilo pulcro y ordenado del Getafe de Schuster. Hasta que le aguantaron las fuerzas dio gusto verlo. Balón raso, salida limpia, apoyos constantes, ni un solo balón al cielo y aspecto de equipo grande. Cuando las instrucciones son las correctas, un equipo menor, sin nombres, pero con hombres, puede aspirar no sólo a la dignidad y al triunfo, sino también al reconocimiento y la admiración. Cuando jugadores como los del Madrid sólo siguen consignas como la de pelear hasta la extenuación, soltar el balón de cualquier manera, jugar con prisas y ser más directo que preciso, pasa lo que pasa. Que la afición del Bernabéu siente envidia de los proletarios y sufre viendo lo que hacen los demás. El estilo del Getafe es inalcanzable para el Real Madrid, que tiene mejores futbolistas, por supuesto, pero marcha directo hacia el despeñadero.
Hasta que pasó una hora de partido, el Getafe disfrutó y se sintió grande. El Madrid se limitó a aprender la lección. A comprobar cómo marcó la línea el mediocentro defensivo, Celestini, cómo dirigió las operaciones el mediocentro ofensivo, Casquero, cómo encararon por banda los volantes Cotelo y Nacho, cómo enganchó con su zurda de seda el mediapunta Albín, cómo se fajó el atacante Güiza y hasta cómo salieron con vida los centrales suplentes, Pulido y Tena, relevos de dos pilares de su equipo, los ausentes Alexis y Belenguer.
Hubo momentos de baile y burreo, casi de exhibición del Getafe.El Bernabéu se indignó cuando un centro de Nacho prolongado por el cabezazo de Pulido acabó en el palo. O cuando Güiza se desmarcó con sentido para recoger el regalo de Cotelo y abatir a Casillas.Fueron esos los grandes instantes de Schuster, triunfante en el teatro que lo reclama ahora después de haber aceptado el capellismo ilustrado.
Después, su equipo se achicó. Un claro penalti del Pato a Robinho que transformó Van Nistelrooy hizo que la grandeza del modesto se recluyera en la prisión del miedo durante la segunda parte.Pero el Getafe aguantó, se mantuvo en pie e incluso en sus peores momentos, desnudó las limitaciones de un Madrid insípido y gris, como la nada que representan Capello y los que le trajeron.