JOSÉ LUIS GONZALEZ
A España le volvió a salir bien la apuesta del Europeo en pista cubierta. Nuestra selección acudía con sus mejores bazas para obtener un buen botín de medallas. Se logró ayer en el golpe final. Al éxito hay que bajarle grados debido al escaso nivel del contrario, pero a nuestro atletismo jornadas como la de ayer le hacen crecer. Se necesitan páginas de periódicos, sonrisas y banderas para que subsista la ilusión, para que los más jóvenes entrenen, para que los patrocinadores no escapen. Un oro siempre brilla, aunque la competencia sea escasa.
Las 11 medallas del Europeo al aire libre del pasado verano y las nueve de Birmingham conforman una grata conquista para España.Pero ahora llega el muro. Los Mundiales de Osaka y los Juegos de Pekín son las dos grandes citas que asoman, donde el metal dobla su valor y se pone casi imposible para los nuestros. Habrá que estar preparado para asumir como éxitos las finales y pensar que sólo Marta Domínguez y Paquillo tiene verdaderas opciones ante los mejores.
El 1.500 cumplió sin problemas con su papel de favorito. Higuero, al fin, aprovechó el impulso moral de sentirse superior; Gallardo, conformista, sumó su primera medalla, siempre bienvenida; y Casado estuvo poco atento. Pudo pelear por el oro con Higuero, al que sus dos compañeros respetaron como si fuera un jefe de filas ciclista. La ambición la puso Carlota Castrejana, en el triple salto. Vio que podía ganar y no dudó. Un ejemplo de inteligencia.
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